Página 249 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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La obra del ministro del evangelio
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“Andad en la luz, como él está en la luz”. Es la mundanalidad
y el egoísmo lo que nos separa de Dios. Los mensajes del cielo
son de tal naturaleza que suscitan la oposición. Los fieles testigos
de Cristo y de la verdad reprocharán el pecado. Sus palabras serán
como un martillo que rompe el corazón de piedra y como fuego
que consume la escoria. Existe una constante necesidad de mensajes
de amonestación serios y decididos. Dios quiere hombres que sean
fieles al deber. Al tiempo debido él envía a sus fieles mensajeros
para que hagan una obra semejante a la de Elías.
El ministro como educador
El estado de cosas en _____ es algo que ha de lamentarse pro-
fundamente. Lo que el Señor se ha dignado presentarme ha sido de
tal carácter que me ha causado dolor. Quien sea que trabaje aquí o en
_____ de ahora en adelante tendrá que trabajar cuesta arriba y llevar
una carga pesada, porque el trabajo no ha sido fielmente concluido,
sino que ha sido dejado a medias. Y esto es aún más penoso debido
a que el fracaso no se puede achacar enteramente a la mundanalidad
y falta de amor hacia Jesús y la verdad de parte del pueblo; pero gran
parte hay que atribuirlo a los ministros, quienes al trabajar entre la
gente, han fracasado notoriamente en el cumplimiento de su deber.
No han tenido espíritu misionero; no han sentido la gran necesidad
de educar cabalmente al pueblo en todos los ramos de la obra, en
todos los lugares donde la verdad se ha establecido. La obra bien
hecha en favor de un alma se hace en beneficio de muchas; pero los
ministros no se han dado cuenta de esto y han dejado de educar a
personas quienes a su vez debieran mantenerse firmes en defensa de
la verdad y educar a otros. Esta manera de trabajar, floja, laxa y a
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medias, no es aprobada por Dios.
Al ministro podrá gustarle la predicación, ya que es la parte agra-
dable de su obra y comparativamente fácil; pero a ningún ministro se
le debiera juzgar por su capacidad como orador. La parte más dura
viene después que deja el púlpito, el riego de la semilla sembrada.
El interés que fue suscitado debiera seguirse con la labor personal:
la visitación, la celebración de estudios bíblicos, la enseñanza de
cómo estudiar las Escrituras, la oración con familias y personas