Página 263 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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El crecimiento cristiano
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el lugar de adoración. Cuán a menudo dicen: “No ha llegado aún
el tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada”.
Hageo 1:2
.
No obstante, la palabra del Señor para ellos es: “¿Es para vosotros
tiempo de habitar en vuestras casas artesonadas mientras esta casa
está en ruinas?”
Hageo 1:4
.
La casa en la cual Jesús se encuentra con su pueblo debe ser
limpia y atractiva. Si hay sólo unos pocos creyentes en algún lugar,
que se edifique una casa pulcra pero humilde y, dedicándola a Dios,
invitad a Jesús a que venga como vuestro huésped. ¿Qué pensará él
de su pueblo cuando tienen todas las comodidades que pueda desear
el corazón, pero que se conforman con reunirse para adorarle en un
granero, en un edificio miserable y apartado, o en alguna casa barata
y desechada? Os esforzáis en favor de vuestras amistades, empleáis
vuestros recursos para hacer que todo lo que los rodea sea lo más
atractivo posible; pero a Jesús, el que lo dio todo por vosotros, hasta
su propia vida preciosa, él que es la Majestad del cielo, el Rey de
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reyes y Señor de señores, se le otorga un lugar sobre la tierra que no
es sino un poco mejor que el establo que fue su primer hogar. ¿No
veremos estas cosas como Dios las ve? ¿No examinaremos nuestros
motivos para ver qué clase de fe poseemos?
“Dios ama al dador alegre”, y los que le aman darán con li-
beralidad y alegría cuando al hacerlo pueden adelantar su causa y
aumentar su gloria. El Señor nunca requiere que su pueblo dé más de
lo que puede, pero se complace en aceptar y bendecir sus ofrendas
de gratitud dadas conforme a sus posibilidades. Que la obediencia
voluntaria y el amor puro enlacen sobre el altar cada ofrenda dada al
Señor porque con tales sacrificios se complace, mientras que aque-
llos que son ofrecidos de mala gana, le ofenden. Cuando las iglesias
o individuos no ponen su corazón en las ofrendas, sino que procuran
limitar el costo de llevar a cabo la obra de Dios, midiéndola con
sus propias opiniones estrechas, demuestran decididamente que no
tienen una conexión vital con Dios. Están en discrepancia con su
plan y con su manera de obrar y él no los bendice.
Somos constructores de Dios y debemos construir sobre el fun-
damento que él ha preparado para nosotros. Ningún hombre ha de
construir sobre su propio fundamento, independiente del plan que
Dios ha delineado. Hay hombres a quienes Dios ha levantado como
consejeros, hombres a quienes él ha enseñado y cuyo corazón y alma