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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio
de mí”.
Juan 5:39
. Se requiere del cristiano que sea diligente en escu-
driñar las Escrituras, en leer una y otra vez las verdades de la Palabra
de Dios. La ignorancia voluntaria con respecto a ellas hace peligrar
la vida cristiana y el carácter. Ciega el entendimiento y corrompe las
facultades más nobles. Esto es lo que produce confusión en nuestra
vida. Nuestros hermanos necesitan comprender los oráculos de Dios;
necesitan tener un conocimiento sistemático de los principios de la
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verdad revelada, que los preparará para sobrellevar aquello que está
por sobrevenir en la tierra, e impedirá que sean llevados de aquí para
allá por todo viento de doctrina.
Pronto han de realizarse grandes cambios en el mundo, y cada
uno necesitará un conocimiento experimental de las cosas de Dios.
La obra de Satanás consiste en descorazonar al pueblo de Dios y per-
turbar su fe. Por todos los medios trata de insinuar dudas y preguntas
acerca de la posición, la fe y los planes de los hombres a los cuales
Dios impuso una carga especial, y de quienes están haciendo con
celo esa obra. Aunque resulte derrotado vez tras vez, renueva sus
ataques, obrando por medio de aquellos que profesan ser humildes y
temerosos de Dios, y que aparentemente se interesan o creen en la
verdad presente. Los defensores de la verdad esperan feroz y cruel
oposición de sus enemigos abiertos; pero dicha oposición es mucho
menos peligrosa que las dudas secretas expresadas por aquellos que
se sienten con libertad para poner en tela de juicio y censurar lo
que están haciendo los siervos de Dios. Los tales pueden parecer
hombres humildes; pero están engañados ellos mismos, y engañan a
otros. En su corazón hay envidia y malas sospechas. Menoscaban
la fe de la gente en aquellos en quienes debieran tener confianza,
en aquellos a quienes Dios eligió para hacer su obra; y cuando se
les reprende por su conducta, lo consideran como ultraje personal.
Mientras profesan hacer la obra de Dios, están en realidad ayudando
al enemigo.
Hermanos, nunca permitáis que las ideas de nadie perturben
vuestra fe con respecto al orden y la armonía que debieran existir en
la iglesia. Muchos de vosotros no veis todas las cosas con claridad.
Las instrucciones sobre el orden del servicio del tabernáculo fueron
registradas para que todos los que viven sobre la tierra deriven lec-
ciones de ellas. Hombres fueron seleccionados para llevar a cabo las