Página 269 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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La fidelidad en la obra de Dios
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diversas partes de la erección y desmantelamiento del tabernáculo, y
si uno se extraviaba descuidadamente y ponía sus manos sobre la
obra asignada a otro, sufría la muerte. Servimos al mismo Dios hoy;
pero la pena de muerte ha sido abolida, de lo contrario no habría
tanta obra descuidada y desordenada en su causa. El Dios del cielo
es un Dios de orden, y requiere que sus seguidores tengan reglas y
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normas que mantengan el orden. Todos debieran tener un perfecto
entendimiento de la obra de Dios.
Es peligroso abrigar la duda en el corazón aunque sea por un
momento. Las semillas de la duda que Faraón sembró cuando recha-
zó el primer milagro, se dejaron crecer y produjeron una cosecha tan
abundante que todos los milagros subsiguientes fueron incapaces de
persuadirlo de que su posición era equivocada. Siguió aventurándose
en su propio camino, pasando de un grado de indagación a otro, y
su corazón se endureció cada vez más, hasta que se vio obligado a
contemplar los rostros fríos e inertes de los primogénitos.
Dios está obrando y no estamos haciendo ni la mitad de lo que
debería hacerse para preparar a un pueblo para estar en pie cuando
se manifieste el Hijo del hombre. ¡Ay del hombre que intente en
el menor grado estorbar la obra que Dios está haciendo! Debemos
trabajar en favor de otros; hemos de procurar aflojar las manos
de nuestros hermanos de sus tesoros terrenales, porque muchos
venderían su primogenitura por las ventajas mundanales. Cuánto
mejor sería animarlos a que acumulen su tesoro en el cielo en lugar
de decirles, en tono quejoso: “Es dinero, dinero lo que estos hombres
están constantemente pidiendo; y se están haciendo ricos por ello”.
¡Cuán dulces son palabras como éstas para el mundanal creyente
profeso! ¡Cómo fortalecen su ánimo de negarle a Dios la porción
que le pertenece y que debiera devolvérsele en diezmos y ofrendas!
La maldición del Señor descansará sobre aquellos que dejan de
cederle lo que a él pertenece. Trabajemos en armonía con Dios. Sus
siervos tienen un mensaje que dar a los amadores del dinero. ¿Por
qué no han de dar un testimonio exacto en lo que se refiere a traer
los diezmos al alfolí cuando el mismo Señor les ha dado el ejemplo?
La religión de Cristo subyuga el espíritu egoísta y transforma
la mente y los afectos; abate el orgullo de los hombres para que
sólo Dios sea exaltado. Esto es lo que necesita el hermano A. Le
hace falta una fe práctica en Dios. Es preciso que experimente la