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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
Todas las capacidades que, los hombres poseen pertenecen a
Dios. La conformidad con el mundo y el apego a él están expre-
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samente prohibidos en su Palabra. Cuando se experimenta en el
corazón el poder de la gracia transformadora de Dios, el hombre
que hasta ahora había sido mundano es impulsado por las sendas de
la beneficencia. Aquel que tiene en su corazón la determinación de
acumular tesoro en el mundo, cae “en tentación y lazo, y en muchas
codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en ruina y
perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el
cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y se traspasaron a
sí mismos con muchos dolores”.
1 Timoteo 6:9-10
.
Cada miembro de la iglesia debiera sentirse bajo la obligación
sagrada de preservar estrictamente los intereses de la causa de Dios.
Los miembros individuales de la iglesia son los responsables de
su condición desalentada y falta de interés, debido a lo cual las
verdades más sagradas que se hayan encomendado a los hombres
son deshonradas. No hay excusa para este estado de cosas. Jesús ha
abierto ante todos la posibilidad de obtener sabiduría, gracia y poder.
El es nuestro ejemplo en todas las cosas y nada debiera distraer la
mente del objetivo principal de la vida, el cual es tener a Cristo en el
alma, ablandando y subyugando el corazón. Cuando se lleva a cabo
esto, todo miembro de la iglesia, todo el que profesa la verdad, será
semejante a Cristo en carácter, palabras y acciones.
Algunos de los que han sido canales de luz, cuyos corazones han
sido alegrados por la preciosa luz de la verdad, han negado la verdad
asimilándose al mundo. De esta manera han perdido el espíritu de
abnegación y el poder de la verdad, y han buscado la felicidad en
las cosas inestables del mundo. Corren grave peligro. Habiéndose
regocijado una vez en la luz, serán dejados en la oscuridad total
a menos que se apresuren a reunir los rayos que todavía brillan
sobre ellos y se vuelvan al Señor con arrepentimiento y confesión.
Estamos en día de peligro cuando el error y el engaño cautivan a
las personas. ¿Quién amonestará al mundo, quién le mostrará el
camino más excelente, a menos que aquellos que han tenido la luz
y han sido santificados por ella dejen brillar su luz de tal manera
que otros vean sus buenas obras y glorifiquen a Dios? Ojalá me
fuera posible grabar sobre todos el peligro en que están de perder
el cielo. Unirse a la iglesia es una cosa y vincularse con Cristo es
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