Página 273 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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La fidelidad en la obra de Dios
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otra muy diferente. No todos los nombres que están registrados
en los libros de la iglesia están registrados en el Libro de la Vida
del Cordero; muchos, aunque aparentan ser creyentes sinceros, no
viven en conexión con Cristo. Se han anotado, sus nombres han sido
registrados; pero la obra interna de la gracia no se lleva a cabo en el
corazón. Como resultado, no son felices y hacen del servicio hacia
Dios una tarea difícil.
“Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la
medida con la que medís, os será medido”.
Mateo 7:2
. Recordad
que vuestros hermanos son personas falibles como vosotros mismos,
y considerad sus tropiezos y errores con la misma misericordia y
paciencia que quisiérais que ellos mostrasen hacia vosotros. No
deben ser vigilados ni sus errores exhibidos abiertamente para que
el mundo se deleite en ellos. Los que se atreven a hacer esto, se han
subido al tribunal y se han constituido en jueces, mientras que han
descuidado el huerto de sus propios corazones y permitido que la
maleza venenosa crezca en gran abundancia.
Cada uno de nosotros, individualmente, tiene un caso pendiente
en el tribunal del cielo. El carácter está siendo pesado en las balanzas
del santuario y debiera ser el sincero deseo de todos caminar con
humildad y cuidado, no sea que, olvidando dejar brillar su luz ante
el mundo no obtengan la gracia de Dios y pierdan todo lo que es
de valor. Toda disensión, toda diferencia y crítica debe ser puesta a
un lado, junto con toda maledicencia y amargura; deben atesorarse
la bondad, el amor y la compasión mutuas, para que la oración de
Cristo de que sus discípulos fuesen uno como lo son él y su Padre
pueda ser contestada. La armonía y la unidad de la iglesia son las
credenciales que ellos presentan ante el mundo demostrando que
Jesús es el Hijo de Dios. La conversión genuina siempre conducirá
hacia el amor genuino por Jesús y por todos aquellos por quienes él
murió.
Todo el que hace lo que pueda por Dios, que es leal y celoso
por hacer el bien a los que lo rodean, recibirá la bendición de Dios
sobre sus esfuerzos. Un hombre puede rendir un servicio eficaz
para Dios, aunque no sea la cabeza o el corazón del cuerpo de
Cristo. El servicio representado en la Palabra de Dios por la mano
o el pie, aunque humilde, de todos modos es importante. No es la
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grandeza de la obra sino el amor con que se hace, el motivo tras la