Página 276 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
Prometer y no pagar
Algunos de vosotros habéis estado tropezando respecto a vues-
tras promesas. El Espíritu del Señor se manifestó en la reunión de
_____ como respuesta a la oración y mientras vuestros corazones se
enternecían bajo su influencia, hicisteis vuestras promesas. Mientras
los caudales de salvación eran derramados sobre vuestros corazo-
nes, sentisteis que debíais seguir el ejemplo de Aquel que anduvo
haciendo el bien y quien gozosamente ofrendó su vida para rescatar
al hombre del pecado y la degradación. Bajo la divina e inspiradora
influencia os disteis cuenta de que el egoísmo y la mundanalidad no
podían unirse con el carácter cristiano, y de que no podíais vivir para
vosotros mismos y ser cristianos a la vez. Pero, cuando la influencia
de su amor y misericordia abundantes no se sintió de una manera
tan marcada en vuestros corazones, retrajisteis vuestras ofrendas y
Dios retrajo su bendición de vosotros.
Sobre algunos recayó la adversidad. Fracasaron sus cosechas,
de manera que no pudieron cumplir sus votos; y algunos se vieron
en circunstancias económicas estrechas. Entonces, por supuesto, no
podía esperarse que pagasen; pero, si no hubiesen murmurado y
apartado su corazón de sus promesas, Dios habría obrado en su favor
y hubiese abierto caminos mediante los cuales cada uno hubiese
podido pagar lo que prometió. No esperaron con fe, confiando en
Dios que les abriese el camino para poder cumplir sus promesas.
Algunos tenían recursos a su disposición; y si hubieran manifestado
la misma buena voluntad que cuando hicieron la promesa, y si de
corazón hubieran devuelto a Dios los diezmos y ofrendas que él les
había prestado para este propósito, hubieran sido grandemente ben-
decidos; pero Satanás entró con sus tentaciones e hizo que algunos
pusieran en duda los motivos y el espíritu que impulsaron al siervo
de Dios a hacer el pedido de recursos. Algunos sintieron que fueron
engañados y defraudados. En espíritu repudiaron sus promesas y lo
que hicieron después, lo hicieron con renuencia, y por lo tanto no
recibieron ninguna bendición.
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En la parábola de los talentos, el hombre a quien se le encomendó
un talento manifestó espíritu de murmuración y escondió su dinero
para que su señor no se beneficiara. Cuando su señor le requirió que
diera cuenta de su mayordomía, excusó su descuido echándole la