Página 277 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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La fidelidad en la obra de Dios
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culpa a su señor. “Señor, te conocía [profesa conocer a su señor] que
eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde
no esparciste; por lo cual tuve miedo [que todas las ganancias no
serían mías, sino que tú las reclamarías], y fui y escondí tu talento en
la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Mas su señor respondió, y le dijo:
siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que
recojo donde no esparcí. Debías, pues, haber llevado mi dinero a los
banqueros, y al volver yo, hubiera recibido lo mío con los intereses.
Quitadle, pues, el talento, y dádselo al que tiene diez talentos. Porque
a todo el que tiene [el que ha hecho buen uso de mis bienes] le
será dado, y tendrá en abundancia [por cuanto puedo confiar en él
sabiendo que hará buen provecho de lo que se le encomiende]; pero
al que no tiene [el que ha temido confiar en mí], aun lo que tiene le
será quitado. [Le quitaré sus talentos y los daré a alguien que los
multiplique]. Y al siervo inútil echadlo en las tinieblas de afuera;
allí será el llanto y el crujir de dientes”.
Mateo 25:24-30
.
El espíritu que manifiestan los hermanos con relación a sus pro-
mesas ha ofendido mucho a Dios. Si hubieran visto que la obra
prosperaba en los campos en los que se había entrado, se hubiesen
sentido de otra manera. No fueron engañados de ninguna manera y
la acusación de que hubo engaño fue hecha contra el Espíritu Santo
y no contra el siervo que él envió. Si el hermano A hubiera adoptado
el punto de vista correcto en este asunto, si hubiera mantenido el
espíritu que lo llevó a hacer la promesa, no hubiese sentido tan mala
disposición para invertir en la causa de Dios. Pero pensó en cuánto
podría hacer con sus recursos invirtiéndolos en empresas munda-
nales. La avaricia, la mundanalidad y la codicia son defectos de
carácter que se oponen al ejercicio de las virtudes cristianas. Declaró
el apóstol: “Sea vuestra manera de vivir [vuestro comportamiento y
hábitos de vida] sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; por-
que él dijo: De ningún modo te desampararé, ni te dejaré”.
Hebreos
13:5
.
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Era evidente que muchos de los que prometieron no tenían fe, y
pensaban que habían sido defraudados. Hablaron respecto a ello y
se concentraron en ello, hasta que les parecía que era una realidad.
Sintieron que no debieron haber ayudado a la Asociación General y
sostuvieron que debieron haber retenido los recursos para usarlos
en su propio campo. El Señor obró por ellos conforme a su fe