El engaño del pecado
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jamás hubiesen albergado una sospecha en contra de sus hermanos
o pensado mal de ellos si no hubieran escuchado sus palabras. Ha
encauzado las mentes por un camino que, si lo sigue, desembocará
en la rebelión y la pérdida del alma. Desprovista de su disfraz, esta
es la obra que nuestro buen hermano ha estado haciendo.
Dios me ha presentado este asunto en su verdadera luz. El co-
razón del hermano D no está bien. Está contaminado de amargura,
ira, celos, envidia, suposiciones erradas, y necesita ser purificado. A
menos que cambie su curso del todo, pronto será un hombre caído.
La caridad, o sea el amor, “es paciente, es servicial, el amor no tiene
envidia, el amor no es jactancioso, no se engríe; no hace nada inde-
coroso, no busca su propio interés, no se irrita, no toma en cuenta
el mal; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo
lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”.
1 Corintios
13:4-7
.
Supongamos que el hermano D haga que el pueblo dude y recha-
ce los testimonios que Dios le ha estado dando a su pueblo durante
los últimos 38 años; supongamos que haga creer que los dirigentes
de esta obra son hombres maquinadores y deshonestos, dedicados
a engañar al pueblo; ¿qué obra grande y buena habrá hecho? Es
una obra exactamente igual a la de Coré, Datán y Abiram; y en
todos los que ha logrado poner bajo su influencia, el resultado será
desastroso. El piensa que no puede estar equivocado; pero, ¿lleva su
obra la estampa divina? No; el hermano D ha albergado un espíritu
de justificación propia que casi lo ha arruinado. Que se ponga a la
par con sus hermanos; si el curso que ellos han seguido le molesta,
que les demuestre cuál sea su pecado.
[271]
Cuando Satanás empezó a sentirse desconforme en el cielo, no
presentó su queja delante de Dios y de Cristo; sino que fue entre
los ángeles que le creían perfecto, y les hizo creer que Dios le había
hecho una injusticia al preferir a Cristo. El resultado de esa falsa
representación fue que por simpatía con él, una tercera parte de los
ángeles perdió su inocencia, su elevada condición y su feliz hogar.
Satanás está instigando a los hombres a continuar en la tierra la
misma obra de celos y malas sospechas que él inició en el cielo.
Cuando Jesús estuvo en este mundo, los judíos actuaban conti-
nuamente como espías mientras lo seguían a todas partes. Reunían
toda clase de informes falsos y lo acusaban de un delito tras otro.