Página 288 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
intenso interés, y Satanás y sus ángeles están deseosos de ver en
qué forma sus planes tendrán éxito. Esta es una crisis en la vida
del hermano D. Tendrá que realizar decisiones para esta vida y para
la eternidad. Dios lo ama, y la experiencia que tiene puede ser de
gran valor para él. Si entrega plenamente su corazón a Dios y acepta
toda la verdad, llegará a ser un obrero incansable; Dios obrará por
su intermedio y él podrá hacer mucho bien. Pero debe trabajar en
armonía con sus hermanos. Debe sobreponerse a su susceptibilidad
y aprender a soportar las dificultades como un buen soldado de la
cruz de Cristo.
Satanás está trabajando constantemente; pero pocos tienen idea
alguna de su actividad y sutileza. El pueblo de Dios debe estar pre-
parado para resistir al astuto enemigo. Esta resistencia es lo que
Satanás teme. El conoce mejor que nosotros el límite de su poder, y
cuán fácilmente puede ser vencido si le resistimos y le hacemos fren-
te. Por la fuerza divina, el santo más débil puede más que él y todos
sus ángeles, y si le probase podría mostrar su poder superior. Por lo
tanto los pasos de Satanás son silenciosos, sus movimientos furtivos,
y sus baterías enmascaradas. El no se atreve a mostrarse abierta-
mente, no sea que despierte las energías dormidas del cristiano, y le
impulse a ir a Dios en oración.
El enemigo se está preparando para su última campaña contra
la iglesia. Está de tal manera oculto de la vista que para muchos
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es difícil creer que existe, y mucho menos ser convencidos de su
asombrosa actividad y poder. Han olvidado mayormente su pasado,
y cuando da otro paso adelante, no le reconocen como su enemigo,
la serpiente antigua, sino que le consideran como un amigo que está
haciendo una buena obra. Jactándose de su independencia, bajo la
influencia especiosa y hechicera de Satanás, obedecen a los peores
impulsos del corazón humano, y sin embargo creen que Dios los
está conduciendo. Si sus ojos pudiesen abrirse para distinguir a su
capitán, verían que no están sirviendo a Dios, sino al enemigo de
toda justicia. Verían que la independencia de que se jactan es una
de las más pesadas cadenas que Satanás pueda forjar en torno a las
mentes desequilibradas.
El hombre es cautivo de Satanás, y está naturalmente inclinado a
seguir sus sugestiones y cumplir sus órdenes. No tiene en sí mismo
poder para oponer resistencia eficaz al mal. Únicamente en la medi-