Página 30 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Nuestro colegi
Existe el peligro de que nuestro colegio se desvíe de su propósito
original. El propósito de Dios se ha dado a conocer, que nuestro
pueblo tenga la oportunidad de estudiar las ciencias y al mismo
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tiempo aprender los requerimientos de su palabra. Se deben dar
disertaciones bíblicas; el estudio de las Escrituras debe ocupar el
primer lugar en nuestro sistema de educación.
Los estudiantes son enviados desde bien lejos para asistir a nues-
tro colegio de Battle Creek, precisamente para recibir instrucción
por medio de las disertaciones sobre temas bíblicos. Pero desde
hace uno o dos años, se han hecho esfuerzos por amoldar nuestro
colegio a la semejanza de otros colegios. Cuando se hace esto, no
podemos animar a los padres a que envíen a sus hijos al colegio de
Battle Creek. Las influencias morales y religiosas no deben quedar
relegadas a un segundo plano. En tiempos pasados, Dios ha obrado
por medio de los esfuerzos de los profesores, y muchas almas, como
resultado de su conexión con el colegio, se han dado cuenta de la
verdad y la han aceptado regresando luego a sus hogares para vivir
de ahí en adelante para Dios. Al ver que el estudio de la Biblia
formaba parte de su educación, se vieron precisados a considerarlo
como un asunto del mayor interés e importancia.
Se ha hecho muy poco caso de la educación de hombres jóvenes
para el ministerio. Este fue el primer objetivo que se intentó lograr
al establecerse el colegio. Bajo ninguna circunstancia debería esto
pasarse por alto ni considerarse como un asunto de menor impor-
tancia. Sin embargo, desde hace varios años, sólo unos pocos han
egresado de esa institución preparados para enseñar la verdad a otros.
Algunos de los que ingresaron a gran costo, con miras al ministerio,
han sido alentados por los maestros a seguir cursos que demorarían
años en completar y, para poder llevar a cabo sus planes, han entrado
Mensaje leído en College Hall, diciembre de 1881, ante delegados de la Asociación,
y de obreros dirigentes de la casa editora Review and Herald, del Sanatorio y del Colegio
de Battle Creek.
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