Página 311 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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“Alabad a Dios”
“Todo lo que respira alabe a Jehová”.
Salmos 150:6
. ¿Hemos
considerado de cuántas cosas debemos estar agradecidos? ¿Recor-
damos que las misericordias del Señor se renuevan cada mañana,
y que su fidelidad es inagotable? ¿Reconocemos que dependemos
de él, y expresamos gratitud por todos sus favores? Por el contrario,
con demasiada frecuencia nos olvidamos de que “toda buena dádiva
y todo don perfecto es de lo alto, que desciende del Padre de las
luces”.
Santiago 1:17
.
Cuán a menudo los que gozan de salud se olvidan de las admi-
rables mercedes que les son concedidas continuamente día tras día
y año tras año. No rinden tributo de alabanza a Dios por todos sus
beneficios. Pero cuando viene la enfermedad, se acuerdan de Dios.
El intenso deseo de recuperar la salud los induce a orar fervientemen-
te; y eso está bien. Dios es nuestro refugio tanto en la enfermedad
como en la salud. Pero muchos no le confían su caso; estimulan
la debilidad y la enfermedad acongojándose acerca de sí mismos.
Si dejasen de quejarse, y se elevasen por encima de la depresión y
la lobreguez, su restablecimiento sería más seguro. Deben recordar
con gratitud cuánto han disfrutado de la bendición de la salud; y
si este precioso don les es devuelto, no deben olvidar que tienen
una renovada obligación hacia su Creador. Cuando los diez leprosos
fueron sanados, únicamente uno volvió para buscar a Jesús y darle
gloria. No seamos como los nueve ingratos, cuyo corazón no fue
conmovido por la misericordia de Dios.
Dios es amor. El cuida de las criaturas que formó. “Como el
padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que
le temen”. “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos
llamados hijos de Dios”
Salmos 103:13
;
1 Juan 3:1
.
¡Cuán precioso privilegio es éste, que seamos hijos e hijas del
Altísimo, herederos de Dios y coherederos con Jesucristo! No nos
lamentemos, pues, porque en esta vida no estemos libres de desilu-
siones y aflicción. Si en la providencia de Dios somos llamados
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