Página 319 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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La educación de los niños
Estimados hermano y hermana G: Estoy preocupada por vuestro
caso. Veo peligros de los cuales parece que vosotros nunca os disteis
cuenta. ¿Habéis considerado con detenimiento y oración cuál sea
vuestro deber hacia los hijos que por responsabilidad propia trajis-
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teis al mundo? ¿Habéis pensado si estos niños están recibiendo de
vosotros una educación y una disciplina que los conduzca a honrar a
su Creador en los días de su juventud? ¿Habéis considerado que si
dejáis de enseñarles a respetaros, como su padre y su madre, y a que
se sometan a vuestra autoridad, los estáis educando para que des-
honren a Dios? Cada vez que les permitís pisotear vuestra autoridad
y que su voluntad controle la vuestra, estáis fomentando un defecto
que, si se inclinasen por la religiosidad, lo incorporarían en toda
su experiencia y los enseñaría a descuidar y pisotear la autoridad
divina.
El asunto que debéis decidir es éste: “¿Estoy criando una fa-
milia de niños para fortalecer la influencia y engrosar las filas de
los poderes de las tinieblas, o estoy criando hijos para Cristo?” Si
no gobernáis a vuestros hijos y amoldáis sus caracteres para que
cumplan los requisitos de Dios, entonces mientras menos niños haya
para sufrir por causa de vuestra educación defectuosa, mucho mejor
será para vosotros, sus padres, y mucho mejor para la sociedad. Es
un pecado aumentar vuestra familia, a menos que vuestros hijos pue-
dan ser educados desde su infancia por una madre sabia y juiciosa,
que sea concienzuda e inteligente, y que gobierne a su familia en
el temor del Señor, amoldando y formando sus caracteres para que
alcancen la norma de la justicia.
Debéis sentir que estáis bajo la obligación, por medio del esfuer-
zo paciente y concienzudo y la oración intensa y ferviente, de formar
los caracteres de vuestros hijos de tal manera que sean una bendición
en el hogar, en la iglesia y en la sociedad. No recibiréis crédito por
vuestra labor si permitís que vuestros hijos sean controlados por el
enemigo de toda justicia; la recompensa se promete por la formación
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