Página 320 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
concienzuda de caracteres conforme al Modelo divino. Si descuidáis
esta obra, cuyos resultados se extienden tanto, sólo porque en el
momento es más agradable proceder así, y vuestros hijos crecen de-
formados moralmente, encaminando sus pies por el sendero amplio
que conduce a la muerte, ¿podrá Dios dar su aprobación a vuestra
obra? Los que no pueden informarse y trabajar diligentemente con
todas sus fuerzas para traer sus hijos a Jesús, debieran decidir no
asumir la responsabilidad de hacerse padres.
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Las madres han de estar dispuestas, y aun ansiosas, de capacitarse
para la importante obra de desarrollar los caracteres de sus hijos,
guiándolos, instruyéndolos y refrenando a sus tiernos alumnos. El
padre y la madre deben estar unidos en esta obra. La falta de firmeza
en requerir la obediencia, y el amor y la simpatía falsos, es decir,
la idea equivocada de que consentir y no restringir es lo que más
conviene, constituye un sistema de educación que contrista a los
ángeles; pero a Satanás le encanta, porque en esa forma centenares y
miles de niños se unen a sus filas. Por eso es que enceguece los ojos
de los padres, adormece sus sensibilidades y confunde sus mentes.
Ven que sus hijos e hijas no son simpáticos, amantes, obedientes ni
cuidadosos; no obstante, siguen acumulando hijos en sus hogares
para envenenar sus vidas, llenar sus corazones de dolor, y añadir al
número de aquellos a quienes Satanás está usando para atraer almas
hacia la destrucción.
¡Oh!, ¿cuándo se harán sabios los padres? ¿Cuándo verán y se
darán cuenta del carácter de la obra que hacen cuando descuidan
exigir la obediencia y el respeto conforme a las instrucciones de la
Palabra de Dios? Los resultados de esta educación débil se ven en
los niños cuando salen al mundo y toman su lugar al frente de sus
propias familias. Perpetúan los errores de sus padres. Sus rasgos
defectuosos tienen campo libre; y transmiten a otros los malos
gustos, hábitos y mal genio que se les permitió desarrollar en sus
propios caracteres. De esta manera se convierten en una maldición
en vez de una bendición para la sociedad.
Debido a que hombres y mujeres no obedecen a Dios, sino que
escogen su propio camino y siguen su propia imaginación pervertida,
se permite que Satanás levante su bandera infernal en sus hogares y
haga sentir su poder a través de bebés, niños y jóvenes. Su voz y su
voluntad se expresan en la voluntad indómita y caracteres torcidos