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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
el poder degradante de la complacencia sensual, o del entusiasmo
prematuro o provocado por el noviazgo y el matrimonio, muchos
estudiantes no alcanzan el nivel de desarrollo mental que de otra
manera hubieran podido obtener.
A los jóvenes se les debiera inculcar a diario un sentido de
obligación hacia Dios. Su ley es violada continuamente, aun por
los hijos de padres religiosos. Algunos de estos jóvenes frecuentan
lugares de disipación y como consecuencia, las facultades de la
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mente y el cuerpo quedan afectadas. Esta clase induce a otros a
seguir su comportamiento perjudicial. De esta manera, mientras el
rector y los maestros imparten instrucción en las ciencias, Satanás,
con astucia infernal, trabaja con gran tesón para obtener el control
de las mentes de los alumnos y conducirlos hacia la ruina.
Hablando en términos generales, la juventud tiene poca fuerza
moral. Esto es el resultado de una educación descuidada durante la
niñez. El conocimiento del carácter de Dios y de nuestros deberes
hacia él no deben ser considerados como un asunto de poca impor-
tancia. La religión de la Biblia es la única salvaguardia para los
jóvenes. La moralidad y la religión deben recibir atención especial
en nuestras instituciones educativas.
La Biblia como libro de texto
Ningún otro estudio podrá ennoblecer los pensamientos, sen-
timientos y aspiraciones como el estudio de las Escrituras. Esta
Sagrada Palabra es la voluntad de Dios revelada a los hombres. En
ella podemos aprender lo que Dios espera de seres creados a su
imagen. En ella aprendemos cómo mejorar la vida presente y có-
mo asegurarnos la vida futura. Ningún otro libro puede satisfacer
los interrogantes de la mente y los anhelos del corazón. Al obtener
conocimiento de la Palabra de Dios y al obedecerla, la gente podrá
elevarse de las más abyectas profundidades de la ignorancia y de-
gradación y convertirse en hijos de Dios, compañeros de ángeles sin
pecado.
Un concepto claro de lo que Dios es, y lo que requiere que
seamos, nos dará una opinión humilde de nosotros mismos. El que
estudia correctamente la Sagrada Palabra aprenderá que el intelecto
humano no es omnipotente; que sin el auxilio que nadie fuera de