Nuestro colegio
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Dios puede darnos, la sabiduría y el poder humanos no son más que
flaqueza e ignorancia.
La influencia educativa de la Biblia no tiene rival. Nada impartirá
tanto vigor a todas las facultades como requerir que los estudiantes
capten las estupendas verdades de la revelación. La mente gradual-
mente se adapta a los temas en los que se le permite concentrarse.
Si se ocupa sólo de asuntos comunes, excluyendo los temas impor-
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tantes y elevados, se empequeñece y debilita. Si nunca se le exige
luchar con problemas difíciles o dilatarse para comprender verda-
des importantes, perderá, después de un tiempo, su capacidad de
desarrollo.
La Biblia es la historia más abarcante e instructiva que los seres
humanos poseen. Vino fresca de la fuente de verdad eterna, y una
mano divina ha conservado su pureza a través de todas las eda-
des. Sus resplandecientes rayos alcanzan a iluminar el pasado más
remoto, donde la investigación humana procura en vano penetrar.
Solamente en la Palabra de Dios encontramos una auténtica narrativa
de la creación. En ella contemplamos el poder que asentó el cimiento
de la tierra y desplegó los cielos. Sólo aquí podemos encontrar una
historia de nuestra raza, libre de la mancha del prejuicio y orgullo
humano.
En la Palabra de Dios la mente encuentra material para el pen-
samiento más profundo, las aspiraciones más elevadas. En ella nos
podemos relacionar con patriarcas y profetas, y escuchar la voz del
Eterno que habla con los hombres. En ella contemplamos cómo la
Majestad celestial se humilló y se convirtió en nuestro sustituto y ga-
rantía para vérselas a solas con las potencias de las tinieblas y ganar
la victoria en nuestro favor. Una meditación reverente sobre temas
como éstos no podrá menos que ablandar, purificar y ennoblecer el
corazón y, a la vez, impartir a la mente nuevo poder y vigor.
Si la moralidad y la religión han de morar en un colegio, ha de ser
por medio del conocimiento de la palabra de Dios. Algunos aseveran
que si se da un lugar prominente a la instrucción religiosa, nuestro
colegio perderá su popularidad; que los que no son de nuestra fe
no patrocinarán nuestro colegio. Bien, pues, dejad que se vayan a
otros colegios donde encuentren un sistema de educación que les
acomode. Nuestro colegio fue establecido, no sólo para enseñar las
ciencias, sino con el fin de impartir instrucción acerca de los grandes