Página 324 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
He aquí instrucciones positivas que alcanzan hasta nuestro propio
tiempo. Dios nos habla en estos últimos días, y hemos de entenderle
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y obedecerle. Dios habló a Israel a través de sus siervos: “Que no
se aparte de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche
has de meditar en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo
que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y
todo te saldrá bien”.
Josué 1:8
. “La ley de Jehová es perfecta, que
reconforta el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio
al sencillo”.
Salmos 19:7
. “Al abrirse, iluminan tus palabras; hacen
entender a los sencillos”.
Salmos 119:130
. “Lámpara es a mis pies
tu Palabra, y lumbrera a mi camino”.
Salmos 119:105
.
Aquí se exponen claramente los deberes de los padres. La Pala-
bra de Dios ha de ser su monitor diario. La instrucción que da es tal
que los padres no necesitan errar con respecto a la educación de sus
hijos; pues no da lugar a ninguna indiferencia o negligencia. La ley
de Dios ha de mantenerse ante la mente de los hijos como la gran
norma moral. Al levantarse, al sentarse, al salir y al entrar, esta ley
ha de enseñárseles como la gran regla de la vida y sus principios
han de entretejerse con su experiencia. Ha de enseñárseles a ser
honrados, veraces, temperantes, económicos y esmerados, y a amar
a Dios de todo corazón. Esto es lo que significa criarlos en disciplina
y amonestación del Señor. Esto es lo que significa colocar sus pies
en el sendero del deber y la seguridad.
Los jóvenes son ignorantes e inexpertos, y el amor de la Biblia y
sus verdades sagradas no es algo que les resulta natural. A menos que
se hagan grandes esfuerzos para levantar en torno de ellos barreras
para protegerlos contra las artimañas de Satanás, quedarán sujetos a
sus tentaciones y serán llevados cautivos por él a su gusto. En sus
años tempranos ha de enseñarse a los niños las exigencias de la ley
de Dios y la fe en nuestro Redentor para purificarlos de las manchas
del pecado. Esta fe ha de enseñarse día tras día, por precepto y
ejemplo.
Una solemne responsabilidad descansa sobre los padres, y ¿cómo
puede el Señor bendecirlos mientras positivamente descuidan su
deber? A los niños se los puede amoldar cuando son pequeños. Pero
los años transcurren cuando sus corazones son tiernos y susceptibles
a las impresiones de la verdad, pero se dedica muy poco tiempo
a su cultura moral. Las preciosas lecciones de verdad y deber se
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