Página 339 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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El amor entre los hermanos
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más cerca del reino que algunos de vosotros mismos. El Señor os
ha revelado el mal que habéis hecho a sus hijos: vuestra falta de
misericordia y amor, vuestra determinación de controlar la mente
de los demás y de obligarlos a ver las cosas igualmente que voso-
tros. Y cuando os llegó la luz, ¿cómo procedisteis? ¿Admitisteis
sencillamente que estabais equivocados, o confesasteis de corazón
vuestro error, humillando vuestros orgullosos corazones ante Dios?
¿Abandonasteis vuestros caminos para aceptar las enseñanzas de
Dios? ¿Fuisteis a ver a los mismos que habíais lastimado y heri-
do, diciéndoles: “He estado equivocado; he pecado contra vosotros.
Perdonadme. He fallado; he obrado conforme a mi propio espíritu.
Tenía celo, pero no según el perfecto conocimiento. Era el espíritu
de Jehú, no la mansedumbre y humildad de Cristo. La Palabra de
Dios enseña: ‘Confesaos vuestras faltas unos a otros, y orad unos
por otros, para que seáis sanados’.
Santiago 5:16
. Os ruego que oréis
por mí para que Dios me perdone por el apuro y la angustia que os
he ocasionado”?
[322]
Si los que habéis tomado parte en esta obra de zaherir y condenar
no os habéis arrepentido de corazón, entonces la luz, la paz y el gozo
no entrarán en vuestras almas. Cuando seáis cuidadosos, bondadosos
y tiernos con vuestros hermanos, en la misma medida que habéis
sido insensibles, implacables y opresivos, confesaréis vuestras faltas
y haréis restitución hasta donde sea posible; y cuando hayáis hecho
todo lo que podáis de vuestra parte, podréis pedir que el Señor
haga lo que es imposible para vosotros hacer: sanar las heridas que
causasteis, perdonaros y borrar vuestras transgresiones. Cuando los
que yerran resisten con insistencia la confesión de algún mal que se
les ha señalado claramente, demuestran que están controlados por
sus propias naturalezas indomables y no santificadas, y no por el
espíritu del Evangelio de Cristo.
Si Dios alguna vez ha hablado por mi intermedio, entonces te-
néis una tarea de arrepentimiento muy seria que realizar, por haber
desplegado ante los que yerran el aspecto satánico de vuestro ca-
rácter, no sólo mediante vuestra frialdad e indiferencia, sino por el
descuido y el desprecio. Si ellos de veras están en oscuridad y están
haciendo cosas que ponen sus almas en peligro, debierais manifestar
un interés aún mayor por ellos. Demostradles que a la vez que os
mantenéis leales a los principios y no os desviaréis de lo correcto,