Página 352 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
no es bueno para el estómago humano, aunque acabe de salir de la
prensa. Si se hierve y cuidadosamente se le sacan las impurezas, es
menos dañino.
A menudo he oído decir a la gente: “¡Oh! esta es solamente sidra
dulce; no hace absolutamente ningún daño, y hasta es saludable”.
Muchos litros son llevados a la casa. Por varios días se conserva
dulce; luego comienza la fermentación. El sabor picante la hace aún
más aceptable a muchos paladares, y los que son amantes del vino
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dulce o de la sidra están poco dispuestos a admitir que su bebida fa-
vorita pueda hacerse alguna vez fuerte y agria. Las personas pueden
intoxicarse de veras con vino y sidra como con bebidas más fuertes
y la peor clase de ebriedad la producen estas bebidas supuestamente
más livianas. Las pasiones se pervierten más; la transformación del
carácter es mayor, más determinada, más obstinada. Unos cuantos
litros de sidra o vino pueden despertar el gusto por bebidas más
fuertes, y en muchos casos los que se han convertido en borrachos
empedernidos echaron así el cimiento de su hábito de beber. Pa-
ra ciertas personas no es de ninguna manera seguro tomar vino o
sidra en la casa. Han heredado el apetito por los estimulantes, el
cual Satanás procura constantemente que satisfagan. Si ceden a sus
tentaciones, no paran; el apetito clama por la complacencia y es
gratificado para su ruina. El cerebro se entorpece y anubla; la razón
pierde su dominio y se dan a la concupiscencia. El libertinaje, el
adulterio y los vicios de casi todo tipo son practicados como re-
sultado de la satisfacción del apetito por el vino y la sidra. El que
profesa la religión, que ama estos estimulantes y se acostumbra a
su uso, nunca crece en la gracia. Se vuelve grosero y sensual, las
pasiones animales controlan las facultades superiores de la mente, y
se desprecia la virtud.
La bebida en moderación es la escuela en la que la humanidad
está recibiendo una educación para la carrera de borracho. Tan gra-
dualmente aparta Satanás de las fortalezas de la temperancia, tan
insidiosamente ejercen su influencia sobre el paladar el vino y la
sidra inofensivos, que se entra insospechadamente en el camino de
la borrachera. Se cultiva el gusto por los estimulantes; el sistema
nervioso se trastorna; Satanás mantiene la mente en un estado de
acalorada inquietud; y la pobre víctima, pensando que está perfecta-
mente segura, sigue más y más, hasta que toda barrera se quebranta