Página 354 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
romperse. Vemos el poder que el apetito por las bebidas fuertes ejerce
sobre la humanidad; vemos como muchos de diversas profesiones
que llevan pesadas responsabilidades, hombres que ocupan altos
puestos, que poseen talentos eminentes, de grandes logros, finos
sentimientos, de buen temple y de buen criterio, todo lo sacrifican por
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darle gusto al apetito, hasta que se reducen al nivel de los animales;
y en muchísimos casos su curso descendente comenzó con el uso de
vino o de sidra.
Se me entristece el corazón cuando hombres y mujeres inteli-
gentes que profesan ser cristianos arguyen que no hay daño en hacer
vino o sidra para el mercado, porque cuando está sin fermentar no
intoxica. Yo sé que el asunto encierra otro aspecto que ellos rehusan
ver; porque el egoísmo ha cerrado sus ojos a los terribles males que
pueden resultar del uso de estos estimulantes. No comprendo cómo
nuestros hermanos pueden abstenerse de toda apariencia del mal y
a la vez involucrarse profundamente en el negocio de cosechar el
lúpulo, sabiendo el uso que se le da. Los que ayudan a producir estas
bebidas que originan y predisponen el apetito a estimulantes más
fuertes, recibirán su pago conforme a sus obras. Son transgresores
de la ley de Dios y serán castigados por los pecados que cometen y
por los que han causado que otros cometan mediante las tentaciones
que han puesto en su camino.
Todos los que profesan creer la verdad para este tiempo y ser
reformadores, deben actuar en conformidad con su fe. Si alguien
cuyo nombre está registrado en los libros de la iglesia fabrica vino o
sidra para el mercado, hay que amonestarlo y si continúa su práctica,
la iglesia debe ponerlo bajo censura. Los que insistan en continuar
este trabajo no son dignos de ocupar puestos en la iglesia ni de tener
su nombre entre el pueblo de Dios. Hemos de ser seguidores de
Cristo y debemos afirmar nuestro corazón e influencia contra toda
mala práctica. ¿Cómo nos sentiríamos si en el día en que los juicios
de Dios sean derramados, conociésemos hombres que se hicieron
borrachos por causa de nuestra influencia? Estamos viviendo en el
día antitípico de la expiación, y nuestros casos pronto serán revisados
ante Dios. ¿Cómo compareceremos ante los atrios celestiales si
nuestro proceder ha dado lugar al uso de estimulantes que pervierten
la razón y destruyen la virtud, la pureza y el amor de Dios?