Página 368 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
los pastores no cumplen su deber, que Dios tenga misericordia del
pobre rebaño.
Su obra, hermano mío, no demuestra que se haya dado usted
cuenta de que sus obligaciones son sagradas e importantes. Se me ha
mostrado que usted es capaz de hacer un trabajo mucho mejor que
el que ha hecho, y que Dios requiere una labor mayor y mejor de sus
manos. Requiere integridad y fidelidad. La obra de ganar almas es la
más elevada y noble que se haya encomendado al hombre mortal; y
usted no debiera permitir que nada que confunda su entendimiento
y su discernimiento se interponga entre usted y esta obra sagrada.
Quien ocupa un puesto de responsabilidad como el suyo debiera
poner los intereses eternos en primer lugar y los asuntos tempo-
rales considerarlos como de importancia secundaria. Usted es un
embajador de Cristo y debe animar a los que están bajo su cuidado
para que procuren alcanzar mayores logros espirituales y vivir vidas
más santas y puras. En sus esfuerzos por salvar a las almas de la
perdición y por edificar a la iglesia en verdad y justicia, usted debe
usar tacto, sabiduría y el poder que es su privilegio tener mediante la
continua comunión con Dios. Dios requiere esto de usted y de todos
los demás ministros que participan en su obra. Usted debe manifes-
tar su lealtad a su Redentor crucificado, comportándose como si en
verdad comprendiera que tiene el cometido sagrado de presentar a
todo hombre perfecto en Cristo Jesús, sin que les falte nada.
En lo que a su caso se refiere, mucho más pudo haberse logrado
por medio de una vida santa, oración fervorosa y el cumplimien-
to cuidadoso y esmerado de todo deber. Usted pudo haber hecho
mucho mediante fieles amonestaciones, reprensiones y apelaciones
afectuosas. La capacidad mental no es lo único que se necesita, sino
el poder del corazón. La verdad presentada tal como es en Jesús
tendrá su efecto. Usted carece de una religión hogareña, ardiente y
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activa. Los intereses egoístas han empañado su mente y pervertido
su discernimiento y los requerimientos de Dios no han sido reali-
zados. Necesita quitar de su alma todo negocio y preocupaciones
mundanales y con sinceridad de corazón glorificar a Dios.
El destino eterno de todos pronto se decidirá. Desde Illinois,
Wisconsin, Iowa y otras asociaciones salgan veintenas de ministros
con celo candente a proclamar el último mensaje de amonestación.
En un tiempo como éste, ¿se echarán atrás nuestros presidentes