Página 37 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Nuestro colegio
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pocos saben apreciar. Si logran reformar a los jóvenes descarriados,
no reciben el crédito merecido. Si los jóvenes escogen la compañía
de los que se inclinan al mal y proceden de mal en peor, entonces se
censura a los profesores y se condena al colegio.
En muchos casos la censura justamente debe recaer sobre los
padres. Fueron ellos los que tuvieron la oportunidad más favorable
para controlar a sus hijos, mientras el espíritu de ellos era dócil y su
mente y corazón fáciles de impresionar. Pero, por causa de la desidia
de los padres, a los hijos se les permite seguir su propia voluntad
hasta que se cauterizan en un mal proceder.
Que los padres estudien menos del mundo y más de Cristo; que
se esfuercen menos por imitar las costumbres y modas del mundo y
dediquen más tiempo y esfuerzo a amoldar las mentes y el carácter
de sus hijos conforme al Modelo divino. Entonces podrán enviar a
sus hijos e hijas fortalecidos por una moral pura y nobles propósitos,
a que reciban una educación que los prepare para ocupar puestos de
utilidad y confianza. Los maestros que son controlados por el amor
y el temor de Dios podrán conducir a tales jóvenes aún más adelante
y hacia arriba, preparándolos para que sean una bendición para el
mundo y un honor para su Creador.
Vinculado con Dios, cada instructor ejercerá una influencia que
conduzca a sus alumnos a estudiar la Palabra de Dios y a obedecer
su ley. Guiará sus mentes hacia la contemplación de intereses eter-
nos, abriendo ante ellos vastos campos para el pensamiento, temas
grandiosos y ennoblecedores para cuya comprensión el intelecto
más vigoroso podrá ejercitar todas sus fuerzas y todavía sentir que
más allá queda una infinitud.
Los males del orgullo personal y de la independencia no santifica-
da, que son los que más perjudican nuestra utilidad y que ocasionarán
nuestra ruina si no los vencemos, nacen del egoísmo. “Consultaos
los unos a los otros” es el mensaje que vez tras vez el ángel del
Señor me ha repetido. Al influir sobre el criterio de un solo hombre,
Satanás intenta controlar los asuntos para su propia conveniencia.
Pudiera tener éxito en desviar las mentes de dos personas, pero,
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cuando varios se consultan entre sí, hay más seguridad. Cada plan se
someterá a un escrutinio más cuidadoso; cada movimiento de pro-
greso será más cuidadosamente estudiado. Así habrá menos peligro
de hacer decisiones precipitadas y desatinadas que pudieran causar