Página 385 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

Basic HTML Version

El verdadero espíritu misionero
381
haber armonía entre ellos; son irreconciliables. Como adventistas
del séptimo día, colocamos por encima de las costumbres y tradi-
ciones el sencillo: “Así dice Jehová”; y por esta razón no estamos ni
podemos estar en armonía con las multitudes que enseñan y siguen
las doctrinas y los mandamientos de los hombres.
Todos los que sean nacidos de Dios serán colaboradores con
Cristo. Los tales son la sal de la tierra. “Y si la sal se desvaneciere
¿con qué será salada?” Si la religión que profesamos no renueva
nuestro corazón ni santifica nuestra vida, ¿cómo ejercerá un poder
salvador sobre los incrédulos? “No vale más para nada, sino para ser
echada fuera y hollada de los hombres”.
Mateo 5:13
. La religión que
no ejerza un poder regenerador sobre el mundo, no tiene valor. No
podemos confiar en ella para nuestra salvación. Cuanto más pronto
la desechemos, tanto mejor; porque es impotente y espuria.
Hemos de servir bajo nuestro gran caudillo, arrostrar toda in-
fluencia contraria, trabajar juntamente con Dios. La obra que nos ha
sido asignada consiste en sembrar la semilla del Evangelio junto a
todas las aguas. En esta obra, cada uno puede desempeñar una parte.
[367]
La múltiple gracia de Cristo impartida a nosotros nos constituye
en mayordomos de talentos que debemos acrecentar dándolos a los
banqueros, a fin de que cuando el Maestro los pida, pueda recibir lo
suyo con creces.
* * * * *