Página 388 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
hubiera logrado; una ofrenda aceptable de muchas almas rescatadas
de la esclavitud del error se hubiese ofrecido a Jesús.
A todo el que recibe la luz de la verdad se le debe enseñar a
llevar la luz a los demás. Nuestros misioneros en campos extranjeros
deben aceptar con gratitud toda ayuda, toda facilidad que les sea
ofrecida. Deben estar dispuestos a correr cierto riesgo y aventurarse
en algo. No agrada a Dios que pasemos por alto oportunidades
presentes para hacer el bien, esperando hacer una mayor obra en el
futuro. Cada uno debe seguir las indicaciones de la Providencia, no
dejándose llevar por el interés personal ni confiando completamente
en su propio juicio. Algunos, por naturaleza, ven el fracaso cuando
Dios se propone dar el éxito; ven solamente gigantes y ciudades
amuralladas, mientras que otros, con visión más clara, ven también
a Dios y a sus ángeles prestos a otorgar la victoria a su verdad.
En algunos casos puede que sea necesario que los hombres
jóvenes aprendan idiomas extranjeros. Esto lo pueden hacer con
mucho éxito asociándose con la gente y a la vez dedicando una
porción de tiempo cada día a estudiar el idioma. Sin embargo, esto
debe hacerse sólo como un paso necesario en preparación para la
educación de otros que se hallen en el mismo campo misionero y
que con la preparación necesaria puedan convertirse en obreros. Es
esencial que aquellos a quienes se les inste a servir sean capaces de
hablar en su idioma natal a las personas de diferentes nacionalidades.
Es una magna tarea para un hombre de mediana edad aprender un
idioma extranjero y por más que se esfuerce le será casi imposible
hablarlo con la fluidez y corrección necesarias para hacerlo un obrero
eficiente.
No podemos permitir que se niegue a las misiones locales la in-
fluencia de obreros de edad madura y de avanzada edad mandándolos
a campos lejanos para hacer una obra para la cual no califican y para
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la cual ninguna preparación les ayudará a adaptarse. Los hombres
que así son enviados dejan vacíos que los obreros sin experiencia no
pueden llenar.
La iglesia preguntará si a hombres jóvenes no se les pueden
confiar las graves responsabilidades que atañen al establecimiento y
supervisión de una misión extranjera. Yo contesto: Dios designó que
ellos deben ser preparados de tal manera en nuestras instituciones de
enseñanza y asociándose en su labor con hombres de experiencia que