Página 394 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
león caza su presa. Evítalos, joven; porque aunque aparenten ser tus
amigos, solapadamente introducirán los malos caminos y las malas
prácticas. Con sus labios te halagan y ofrecen ayudarte y conducirte,
pero sus pasos llevan al infierno. Si escuchas sus consejos, tu vida
puede llegar a su punto crítico. Una protección que se elimine de la
conciencia, la práctica de un solo mal hábito, un solo descuido del
elevado llamado al deber, puede ser el principio de un camino de
engaño que te traspasará a las filas de aquellos que sirven a Satanás,
mientras tú sigues profesando que amas a Dios y a su causa. Un
momento de descuido, un solo mal paso, puede hacer virar toda la
corriente de vuestra vida en una dirección equivocada. Posiblemente
nunca sepáis lo que ocasionó vuestra ruina, hasta que se pronuncie
la sentencia: “Apartaos de mí, obradores de maldad”.
Mateo 7:23
.
Algunos jóvenes saben que lo que he dicho más o menos describe
su proceder. Sus caminos no están ocultos para el Señor, aunque
quizá lo estén para sus mejores amigos, o aun para sus padres y
madres. Tengo poca esperanza de que algunos de éstos cambien
su comportamiento de hipocresía y engaño. Otros que han errado
están procurando redimirse. Que el amado Jesús les ayude a poner
su rostro como un pedernal en contra de todas las falsedades y de
las adulaciones de aquellos que quieren debilitar su determinación
de hacer el bien o inculcarles dudas o sentimientos de infidelidad
para sacudir su fe en la verdad. Jóvenes amigos, no paséis ni una
hora en compañía de quienes os incapaciten para hacer la obra pura
y santa de Dios. No hagáis nada en presencia de personas extrañas
que no haríais en presencia de vuestro padre y madre, o que os cause
vergüenza ante Cristo y los santos ángeles.
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Algunos pensarán que a los guardadores del sábado no les hacen
falta estas precauciones, pero aquellos a quienes se aplican saben lo
que quiero decir. Os digo, jóvenes, que os cuidéis; porque no podéis
hacer nada que no esté descubierto ante los ojos de los ángeles
y de Dios. No podéis hacer una obra mala sin que otros se vean
afectados por ella. Vuestra conducta, además de revelar de qué clase
de material está hecho el edificio de vuestro propio carácter, ejerce
también una poderosa influencia en los demás. Nunca perdáis de
vista el hecho de que pertenecéis a Dios, que él os ha comprado con
precio, y que habéis de rendir cuenta a él por los talentos que os ha
encomendado. Nadie debiera tomar parte en la obra del colportaje