Página 396 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
descuidar y despreciar la economía y confundirla con la tacañería
y la estrechez. Pero la economía concuerda con los puntos de vista
y sentimientos más amplios y liberales; no puede haber verdadera
generosidad donde no se la práctica. Nadie debiera pensar que es
denigrante estudiar la economía y las mejores maneras de disponer
de las migajas. Dijo Cristo: “Recoged los pedazos que sobraron,
para que no se pierda nada”.
Juan 6:12
.
Una cantidad considerable de dinero se puede gastar en cuentas
de hotel que no son de ninguna manera necesarias. La causa de
Dios era tan preciosa para los pioneros de este mensaje, que raras
veces tomaban una comida en un hotel, aunque costaba apenas
unos veinticinco centavos cada una. Pero, en general, los hombres y
mujeres jóvenes no están enseñados a economizar, y hay desperdicio
sobre desperdicio por dondequiera. Algunas familias desperdician
en forma tan vil que alcanzaría para sostener a otra familia si se
practicara una economía razonable. Si al viajar, nuestra juventud
llevara cuenta exacta del dinero que gasta, artículo tras artículo, sus
ojos se abrirían para ver las pérdidas. Aunque no les toque privarse
de comidas calientes, como lo hicieron los primeros obreros en
su vida ambulante, aprenderán a suplir sus verdaderas necesidades
con menos gasto del que ahora creen necesario. Hay personas que
practican la abnegación limitando sus gastos lo más que pueden.
Sería bueno que todos nuestros obreros imitaran su ejemplo de
sacrificio y abnegación.
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Tenemos una gran obra que hacer por el Maestro: abrir la Pa-
labra de Dios ante los que están en las tinieblas del error. Amigos
jóvenes, actuad como quienes tienen un encargo sagrado. Debéis
ser estudiantes de la Biblia, siempre listos a dar a cada persona que
os pregunte la razón de la esperanza que hay en vosotros. Mediante
vuestra dignidad, demostrad evidencia de que sabéis que tenéis una
verdad que a la demás gente le conviene oír. Si esta verdad está
compenetrada en el alma, se manifestará en el rostro y en el com-
portamiento, mediante un sosegado y noble dominio propio y una
paz que solamente un cristiano es capaz de poseer.
Los que poseen una humildad genuina y cuyas mentes han sido
expandidas por las verdades desplegadas en el Evangelio, tendrán
una influencia que se sentirá. Impresionarán las mentes y los corazo-
nes y la mayoría de la gente los respetará, aun los que no simpaticen