Página 397 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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La importancia de la obra del colportaje
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con su fe. Con las verdades bíblicas y nuestros valiosos periódicos,
tendrán éxito porque el Señor allanará el camino ante ellos. Pero
el ofrecer a la gente nuestras revistas como obsequios y premios
no ejercerá influencia permanente para el bien. Si nuestros obreros
actuaran dependiendo de las verdades bíblicas, del amor de Cristo y
del amor por las almas en sus corazones, lograrían más al obtener
suscriptores permanentes que si dependieran de premios y bajos
precios. La importancia que se da a estos incentivos para que el
público adquiera la revista da la impresión de que ésta no posee
ningún mérito. Los resultados serían mejores si se diera la impor-
tancia a la publicación misma y se reservara el dinero destinado a
los premios para distribuir Números gratuitos. Cuando se ofrecen
premios, algunos deciden comprar la revista que de otra manera no la
hubieran comprado, pero otros rehusarán suscribirse porque piensan
que es una especulación. Si el colportor presentara los valores de
la revista en sí, con su corazón puesto en el Señor para obtener el
éxito, dependiendo menos de los premios, lograría mucho más.
En estos días se alaba y exalta lo trivial. Hay interés en cualquier
cosa que despierte sensación y se venda bien. El país está inundado
de publicaciones totalmente sin valor, escritas con miras lucrativas,
mientras que los libros verdaderamente valiosos no se venden ni
se leen. Los que manejan esta literatura sensacionalista, porque al
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hacerlo ganan salarios más elevados, están pasando por alto una
preciosa oportunidad de obrar el bien. Hay batallas que librar para
ganar la atención de hombres y mujeres e interesarlos en libros ver-
daderamente valiosos que tienen la Biblia como fundamento; y será
una lucha aún mayor encontrar obreros concienzudos y temerosos
de Dios que entren en el campo para diseminar estos libros con el
propósito de esparcir la luz.
El obrero que tiene la causa de Dios en el corazón no insistirá en
recibir el salario más elevado. No sostendrá, como algunos jóvenes
lo han hecho, que a menos que pueda presentarse con una apariencia
elegante y a la moda, y alojarse en los mejores hoteles, no está
dispuesto a trabajar. Lo que el colportor necesita no es indumentaria
impecable, o la palabra del petimetre o el payaso, sino la honestidad
e integridad de carácter que se refleja en el rostro. La bondad y la
gentileza se dibujan en el rostro, y el ojo experto no ve engaño, no
vislumbra ostentación en el comportamiento.