Página 398 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
Muchos han entrado en el campo como colportores, para quie-
nes los premios son el único medio de alcanzar el éxito. No tienen
verdadero mérito como obreros. No tienen experiencia en la reli-
gión práctica; tienen las mismas faltas, el mismo gusto y la misma
complacencia propia que los caracterizaba antes de que afirmaran
ser cristianos. De ellos se pudiera decir que Dios no está en sus
pensamientos; él no mora en su corazón. Hay una pequeñez, una
mundanalidad, una degradación en su carácter y comportamiento,
que dan testimonio contra ellos de que están siguiendo el camino
de su propio corazón y andando a la vista de sus propios ojos. No
practican la abnegación, sino que están determinados a gozar la vida.
El tesoro celestial no tiene atractivo para ellos; todas sus preferencias
son de abajo, y no de arriba. Los amigos y familiares no pueden
tener en alto a tales personas, porque éstas no están dispuestas a
despreciar el mal y escoger el bien.
Mientras menos confiemos en estas personas, que no son pocas
sino muchas, mejor aparecerá la obra de la verdad presente ante el
mundo. Nuestros hermanos deben mostrar discreción en la selección
de colportores, a menos que hayan decidido dejar que la verdad sea
mal entendida y mal representada. Deben darles buena paga a todos
los que son obreros de verdad; pero la suma no debe aumentarse
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para comprar colportores, porque este procedimiento les hace daño.
Los vuelve egoístas y despilfarradores. Procurad impresionarlos con
el espíritu de la verdadera obra misionera y con las calificaciones
necesarias para asegurar el éxito. El amor de Jesús en el alma hará
que el colportor considere un privilegio trabajar para esparcir la luz.
Estudiará, trazará planes y orará para recibir la dirección divina.
Se necesitan jóvenes que sean hombres de entendimiento, que
aprecien las facultades intelectuales que Dios les ha dado, y que las
cultiven con el mayor cuidado. El ejercicio engrandece estas facul-
tades y si no se descuida el cultivo del corazón, el carácter resultará
equilibrado. Los medios para lograr el mejoramiento están al alcance
de todos. Entonces, que ninguno defraude al Maestro cuando él ven-
ga buscando fruto y se le presenten sólo hojas. Una determinación
firme, santificada por la gracia de Cristo, hará maravillas. Jesús y los
santos ángeles darán el éxito a los esfuerzos de hombres que temen
a Dios y que hacen todo lo que está a su alcance para salvar almas.
Silenciosamente, con modestia, con el corazón rebosando de amor,