Página 399 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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La importancia de la obra del colportaje
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procuren convencer a otros para que investiguen la verdad, dando
estudios bíblicos cuando les sea posible. Al hacerlo sembrarán se-
millas de verdad a orillas de las aguas, anunciando las virtudes de
Aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. Los que están
haciendo esta obra en base a buenos motivos, están realizando un
ministerio importante. No manifestarán un carácter débil e indeciso.
Sus mentes están creciendo, sus modales refinándose cada vez más.
No debieran poner límites a su mejoramiento, antes cada día deben
hacerse más aptos para realizar una buena obra.
Muchos de los obreros en el campo del colportaje no están
haciendo ningún sacrificio. Como grupo, tienen menos espíritu mi-
sionero que los obreros de cualquier otra denominación. Cuando el
camino ha sido bien preparado para ellos, cuando pueden disfrutar
de los salarios más elevados, entonces están dispuestos a entrar en
el campo. A los vendedores se les presentan muchos incentivos para
distribuir libros populares; se les ofrecen grandes salarios; y mu-
chos rehúsan trabajar por menos salario para diseminar libros que
tratan sobre la verdad presente. Por lo tanto, se aumentan los incen-
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tivos para competir con los que ofrecen otras publicaciones y como
consecuencia, el precio al público resulta elevado; muchos de los
colportores obtienen el dinero con facilidad y lo gastan libremente.
Entre el pueblo que profesa la verdad presente no existe un
espíritu misionero que corresponda a nuestra fe. El temple del oro
puro falta en el carácter. La vida cristiana es más de lo que ellos
piensan. No consiste en mera gentileza, paciencia, mansedumbre y
bondad. Estas virtudes son esenciales; pero hacen falta también el
valor, la fuerza, la energía y la perseverancia. Muchos que hacen la
obra de colportaje son débiles. No tienen valor, carecen de espíritu,
y se desaniman con facilidad. No tienen empuje. No poseen los
rasgos positivos de carácter que infunden al hombre el poder de
hacer algo, el espíritu y la energía que encienden el entusiasmo. La
obra del colportor es una tarea honorable y no debiera actuar como
si se avergonzara de ella. Si desea que sus esfuerzos tengan éxito,
debe tener valor y confianza.
Deben cultivarse tanto las virtudes activas como las pasivas. El
cristiano, aunque está siempre dispuesto a dar la blanda respuesta
que aparta la ira, debe poseer el valor de un héroe para resistir el
mal. Con el amor que todo lo sufre, debe tener la fuerza de carácter