La importancia de la obra del colportaje
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La obra del colportaje es más importante de lo que muchos
la han considerado, y se debe tener mucho cuidado y sabiduría al
emplear y seleccionar hombres para este ministerio. A los jóvenes
se los puede preparar para que hagan un trabajo mejor del que se
ha realizado y con menos pago que el que muchos han recibido.
Levantad el estandarte y que los desinteresados y abnegados, los
que aman a Dios y a la humanidad, se unan al ejército de obreros.
Que vengan, no esperando comodidad, sino con valor y buen ánimo
puedan enfrentar los desprecios y dificultades. Que vengan los que
puedan rendir un buen informe de nuestras publicaciones, porque
ellos mismos aprecian su valor.
Que el Señor ayude a todos a mejorar hasta lo sumo los talentos
que se les han encomendado. Los que trabajan en esta causa no
estudian sus Biblias como debieran. Si lo hicieran, sus enseñanzas
prácticas surtirían un buen efecto en sus vidas. No importa cuál sea
vuestra obra, queridos hermanos y hermanas, hacedla para el Maestro
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y haced lo mejor que podáis. No paséis por alto las oportunidades
de oro presentes y no permitáis que vuestra vida sea un fracaso
mientras os sentáis ociosamente soñando con la comodidad y el
éxito en una obra para la cual Dios nunca os ha capacitado. Haced
la obra que esté a vuestro alcance. Hacedla, aunque sea en medio
de peligros y penurias en el campo misionero; pero os ruego, no os
quejéis de las dificultades y de los sacrificios personales. Considerad
a los valdenses. Ved qué planes trazaron ellos para que la luz del
Evangelio pudiera brillar en las mentes entenebrecidas. No debemos
trabajar con miras a recibir nuestra recompensa en esta vida, sino
con nuestros ojos fijos tenazmente en el premio que se nos otorgará
al fin de la jornada. Se necesitan ahora hombres y mujeres que sean
tan fieles al deber como la brújula al polo, hombres y mujeres que
trabajen sin que sea necesario que se les suavice el camino y se
saquen los obstáculos.
He descrito lo que los colportores deben ser; y quiera el Señor
abrir sus mentes para que comprendan este tema en todas sus di-
mensiones, y que reconozcan su deber de representar el carácter
de Cristo por medio de su paciencia, valor e integridad constantes.
Que no olviden que pueden negarlo a través de un carácter débil e
indeciso. Jóvenes, si lleváis estos principios con vosotros al campo
del colportaje, seréis respetados; y muchos creerán la verdad que