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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
El Espíritu Santo alumbra nuestra oscuridad, informa nuestra
ignorancia, comprende nuestras diversas necesidades y nos ayuda.
Pero la mente tiene que estar constantemente buscando a Dios. Si
permitimos que entren la frialdad y la mundanalidad, no tendremos
deseos de orar ni valor para mirar hacia Aquel que es la fuente
de nuestra fuerza y sabiduría. Entonces, orad en todo momento,
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estimados hermanos y hermanas, “levantando manos santas, sin
ira ni contienda”.
1 Timoteo 2:8
. Presentad vuestros pedidos con
urgencia ante el trono de la gracia, y depended de Dios hora tras
hora y momento tras momento. El servicio de Cristo regulará todas
vuestras relaciones con el prójimo y hará que vuestra vida produzca
fruto de buenas obras.
Nadie piense que el egoísmo, la estima o la complacencia de sí
mismo son compatibles con el Espíritu de Cristo. Sobre todo hombre
o mujer convertido descansa una responsabilidad celestial que no
se aprecia debidamente. Los hijos e hijas del Rey celestial no han
de adoptar los principios y costumbres del mundo. “Amados, ahora
somos hijos de Dios, y todavía no se ha manifestado lo que hemos de
ser: pero sabemos que cuando él apareciere, seremos semejantes a él
porque lo veremos como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza
en él se purifica, así como él es puro”.
1 Juan 3:3
. Pero el mundo no
nos conoce, porque no conocieron a Cristo, nuestro Maestro.
En la oficina de la
Review
se necesitan gerentes empresariales
que representen correctamente a Jesús y el plan de salvación. Dios no
se complace cuando ellos emplean todas sus facultades en empresas
mundanales, o en negocios que tienen que ver con la misma obra de
publicaciones, y no hacen nada para fortalecer a su iglesia y edificar
su reino. Trabajar para Dios y la salvación de las almas es el llamado
más elevado y noble que el hombre jamás haya recibido o pueda
recibir. Las pérdidas y las ganancias en este aspecto son de gran
importancia; porque los resultados no terminan con esta vida, sino
que se extienden hacia la eternidad.
Hermanos, no importa a qué clase de negocio estéis dedicados,
o a qué departamento de la obra estéis asignados, llevad vuestra reli-
gión con vosotros. Dios y el cielo no deben faltar en la experiencia
y obra de la vida. Los obreros en esta causa deben guardarse de no
convertirse en hombres unilaterales, dejando que se vea solamente
el aspecto mundanal de su carácter. En el pasado hubo fracasos