Página 412 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
ceder del hermano R no agrada a Dios. Un hombre que ocupa un
puesto como el suyo debiera ser fervoroso y piadoso; debiera figurar
entre los primeros en asuntos religiosos. Su única seguridad está en
mantener una conexión viva con Dios y sentir su dependencia de
él. Sin esto, no hará justicia a su puesto, ni tampoco ejercerá una
influencia correcta en la oficina ni en las personas con quienes se
relaciona en sus negocios.
También he visto que se debiera hacer una investigación cuida-
dosa de la forma como se trata en la oficina, tanto a los hermanos
como a los no creyentes. La benevolencia, la pureza, la verdad y la
paz son frutos que se debieran ver allí. Examínense minuciosamente
las motivaciones y acciones y compárense con la ley de Dios; porque
esta ley es la única regla infalible para regir la conducta, el único
código de honor de confianza entre los hombres.
La unidad de la obra
El Señor espera que haya unión entre los que dirigen su obra en
las diferentes partes del campo. Los que dirigen su obra en la costa
del Pacífico, y los que lo hacen al este de las Montañas Rocosas,
deben estar unidos en pensamiento y criterio, en sentimientos, pla-
nes y acción. El no quiere que nadie en ninguna de las dos oficinas
piense que es una virtud estar en desacuerdo con los hermanos de
la otra casa publicadora. Debiera haber intercambio de opiniones,
de planes e ideas; y si se sugieren cambios en cualquiera de las dos
oficinas, que los gerentes consideren las propuestas y adopten los
mejores planes y métodos. En ambas casas publicadoras hay que
hacer grandes mejoras, y los gerentes tienen mucho que aprender. Y
la lección que dejará una impresión más resuelta y feliz para el pro-
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greso de la obra, es que dependan menos de su propio entendimiento
y aprendan más de la mansedumbre y humildad de Cristo. Que los
que están en las dos oficinas no sean tan egoístas, tan desemejantes
a Cristo, que se aferran a sus planes sólo por darse el gusto de hacer
su propia voluntad, sin importarles las consecuencias.
Los administradores que están vinculados con nuestra oficina de
publicaciones de Battle Creek no son ni la sombra de lo que debieran
ser. Piensan que sus preferencias, hábitos y opiniones son correctos.
Están constantemente en peligro de estrechar sus mentes y envidiar