Página 413 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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La obra de publicaciones
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a la Pacific Press; de mantener una actitud de crítica y de albergar
sentimientos de superioridad. Se permite que este sentimiento crezca
y dañe y estorbe sus propios intereses y también la obra en la costa
del Pacífico, todo porque los sentimientos egoístas ejercen el control
e impiden que haya un claro discernimiento de lo que les conviene,
lo cual es para su propio bien y para el adelanto de la causa de Dios.
Este sentimiento regionalista es contrario al Espíritu de Cristo. A
Dios no le agrada, él quiere que sea vencido completamente. La
causa es una; la viña es un gran campo, con los siervos de Dios
empleados en diversas secciones de su obra. No debiera haber otro
propósito que el de trabajar desinteresadamente para amonestar a
los incautos y salvar a los perdidos.
Los que están vinculados con la obra de Dios en la oficina,
el sanatorio y el colegio, han de considerarse dignos de confianza
hasta donde hayan asimilado el carácter de Cristo. Pero muchos han
heredado rasgos de carácter que de ninguna manera representan al
divino Modelo. Hay muchos que tienen un defecto de carácter que
recibieron de nacimiento y que nunca han vencido; sin embargo, lo
han acariciado como si fuera el más fino oro y lo han incorporado
dentro de su experiencia cristiana. En muchos casos estos rasgos
son retenidos durante toda la vida. Por algún tiempo pareciera que
no ocasionan ningún mal; sin embargo, la levadura está obrando y
cuando se presenta una oportunidad favorable, el mal se manifiesta.
Algunos de estos hombres que tienen marcadas deformidades
de carácter, poseen opiniones fuertes y determinadas y son intransi-
gentes, cuando serían como Cristo si cedieran ante los demás, cuyo
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amor por la causa de la verdad es tan profundo como el de ellos mis-
mos. Cuando se vinculan a una empresa importante, cuando grandes
planes se han de trazar, deben tener cuidado de que sus propias ideas
peculiares y rasgos de carácter particulares no ejerzan influencia
desfavorable en el desarrollo de los mismos. El Señor vio el peligro
que resulta cuando la mente y el criterio de un solo hombre controlan
las decisiones y trazan los planes, y en su Palabra inspirada se nos
ordena que nos sometamos los unos a los otros y que estimemos a
otros más que a nosotros mismos. Cuando se vayan a trazar planes
que afecten la causa de Dios, deberán presentarse ante un concilio
compuesto de hombres de experiencia escogidos, porque el esfuerzo