Página 414 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
hecho en armonía es esencial para la buena marcha de todas estas
empresas.
Hombres de diversos temperamentos y caracteres defectuosos
pueden ver las faltas de los demás, pero parecen no tener conoci-
miento de sus propios errores; y si se les permite llevar a cabo sus
planes personales, sin consultar con los demás, cometerán graves
errores. Sus ideas tienen que ensancharse. En la naturaleza humana
común y corriente hay egoísmo y ambición que dañan la obra de
Dios. El interés personal debe perderse de vista. No debiera procu-
rarse ocupar el primer lugar, ni mantenerse apartado de los obreros
de Dios, hablando y escribiendo de manera arrogante acerca de
asuntos que no se han investigado juiciosamente y con oración, ni
presentado con humildad ante el concilio.
El mundo del futuro, con sus acontecimientos solemnes inalte-
rables, está muy cercano, y hay una obra muy grande que realizar,
muchas decisiones importantes que hacer; sin embargo, en vuestros
concilios, las ideas y planes egoístas, los rasgos viles de carácter
heredados, son introducidos y se les permite ejercer su influencia.
Deberíais siempre sentir que es pecado actuar en base a impulsos.
No debierais abusar de vuestro poder, empleándolo para llevar a cabo
vuestros propósitos personales, sin importaros las consecuencias que
acarrearían sobre los demás, sólo porque ocupáis un puesto que os
permite hacerlo así; pero debierais tomar la autoridad que os ha sido
dada como un cometido sagrado y solemne, recordando que sois
siervos del Altísimo y que en el día del juicio tendréis que dar cuenta
de cada decisión que hagáis. Si vuestros hechos son desinteresados
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y para la gloria de Dios, soportarán aguda prueba. La ambición es
la muerte para el progreso espiritual, el ingenio yerra, la indolencia
insensible es criminal, pero una vida que respeta todo justo principio
será de mucho éxito.
Muchos de vuestros concilios no llevan el sello celestial. No
venís a ellos como hombres que han estado en comunión con Dios
y que tenéis el mismo pensamiento y misericordiosa compasión
que él, sino como hombres que tienen el firme propósito de llevar
a cabo sus propios planes y solucionar los asuntos conforme a sus
propias ideas. Es preciso que en cada departamento de la obra se
tenga el mismo pensar y el mismo espíritu de Cristo. Sois obreros de