Página 415 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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La obra de publicaciones
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Dios; y debéis poseer cortesía y gentileza, de lo contrario no podéis
representar a Jesús.
Todos los que están empleados en nuestras instituciones deben
darse cuenta de que serán una bendición o una maldición. Si desean
ser una bendición, tendrán que renovar su fuerza espiritual cada día;
tendrán que ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido
de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.
En medio de los cuidados de una vida activa, es a veces difí-
cil discernir nuestras propias motivaciones, pero a diario se hace
progreso hacia el bien o el mal. Los gustos (las preferencias) y las
aversiones, los sentimientos personales sublevados, se abrirán paso
para controlar nuestras acciones; las cosas sensuales nos cegarán.
Se me ha mostrado que Jesús nos ama; pero se apena al ver la falta
tan grande que hay de discernimiento y adaptabilidad en el trabajo,
de sabiduría para llegar a los corazones y de identificación con los
sentimientos de las demás personas. Aunque debemos cuidarnos del
peligro constante de formar alianza con los enemigos de Cristo y
dejarnos corromper por ellos, debemos guardarnos de apartamos del
todo de los que el Señor reclama como suyos. “En cuanto lo hicisteis
a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.
Mateo
25:40
. Si con un propósito serio y amante aprovechamos cada opor-
tunidad para ayudar a levantar a los que han caído, nuestra vida no
habrá sido en vano. Nuestros modales no serán ásperos, imponentes
ni dictatoriales, sino que nuestras vidas tendrán la fragancia de la
gracia de Cristo.
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Nuestro Padre celestial requiere que sus siervos le correspondan
conforme a la medida que les ha encargado, y sus requerimientos
son razonables y justos. No aceptará menos de nosotros de lo que
exige; todas sus justas demandas tienen que cumplirse plenamente,
o darán testimonio contra nosotros de que hemos sido pesados en la
balanza y hallados faltos. Pero Jesús observa nuestros esfuerzos con
el mayor interés. El sabe que los que hacen su obra son hombres que
llevan todas las enfermedades de la humanidad y toma nota de sus
fracasos y desilusiones con la mayor compasión. Pero los fracasos y
defectos pudieran ser menores de lo que son ahora. Si marchamos
en armonía con el cielo, los ángeles ministradores trabajarán con
nosotros y coronarán nuestros esfuerzos con éxito.