Página 417 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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La obra de publicaciones
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con la enemistad, la depravación e impureza que Satanás había in-
troducido; pero su obra consistía en poner al hombre en armonía con
el plan divino y volver a unir la tierra con el cielo; para él no había
sacrificio demasiado grande para lograr su objetivo. Fue “tentado
en todo como nosotros”. Satanás estaba listo para atacarlo a cada
paso, lanzándole sus más fieras tentaciones; pero él “no pecó ni fue
hallado engaño en su boca”. “Fue probado mediante el sufrimiento”
(
Hebreos 2:18
), sufrió conforme a la medida de su perfección y
santidad. Pero el príncipe de las tinieblas no halló nada en él; ni un
solo pensamiento o emoción respondió a la tentación.
Su doctrina caía como la lluvia; sus palabras destilaban como
el rocío. En el carácter de Cristo se mezclaba una majestad nunca
antes manifestada en el hombre caído y una humildad que el hom-
bre nunca ha desarrollado. Nunca antes había caminado entre los
hombres alguien tan noble, tan puro, tan benévolo, tan consciente de
su naturaleza divina; y sin embargo, tan sencillo, tan lleno de planes
y buenos propósitos para la humanidad. Aborrecía el pecado, pero
lloraba compadecido del pecador. No se agradaba a sí mismo. La
Majestad del cielo se revistió de la humildad de un niño. Este es el
carácter de Cristo. ¿Estamos nosotros siguiendo sus pisadas? Oh,
mi querido Salvador, ¡cuán pobremente te representan tus profesos
seguidores!
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