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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
Los que tienen solamente una forma de piedad, y, sin embargo,
están relacionados con la causa en forma comercial, han de ser
temidos. Traicionarán seguramente su cometido. Serán vencidos
por los designios del tentador y harán peligrar la causa de Dios.
Serán tentados a dejar predominar el yo; se despertará en ellos un
espíritu intolerante y censurador, y en muchos casos carecerán de
consideración y compasión hacia aquellos a quienes se necesitaría
tratar con ternura reflexiva.
“Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”.
Gálatas
6:7
. ¿Qué semilla estamos esparciendo? ¿Cuál será nuestra siega
para el tiempo y la eternidad? A cada hombre el Maestro le ha asig-
nado su trabajo, según su capacidad. ¿Estamos sembrando la semilla
de verdad y justicia, o la de incredulidad, desafecto, malas sospechas
y amor al mundo? El que esparce mala semilla puede discernir la
naturaleza de su obra, y arrepentirse y ser perdonado. Pero el perdón
del Maestro no cambia el carácter de la semilla sembrada, ni hace de
los cardos y espinas trigo precioso. El sembrador puede ser salvado
como a través del fuego; pero cuando llegue el tiempo de la siega,
habrá solamente cizaña venenosa donde debieran ondear campos
de trigo. Lo que se sembró con perversa negligencia hará su obra
de muerte. Este pensamiento entristece mi corazón. Si todos los
que profesan creer la verdad sembrasen las preciosas semillas de
bondad, amor, fe y valor, habría melodía para Dios en su corazón
mientras van recorriendo el camino hacia arriba, y se regocijarían en
los brillantes rayos del Sol de justicia, y en el día de la gran reunión
final recibirían una recompensa eterna.
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