Página 429 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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El espíritu del mundo es una trampa
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de toda palabra que sale de la boca de Dios. No podéis despreciar ni
una palabra, ni un solo mandato que él ha dado, por más liviano que
os parezca, y estar seguros. “Por tanto, cualquiera que suprima uno
de estos mandamientos, aun de los más insignificantes, y enseñe así
a los hombres, será llamado el menor en el reino de los cielos; mas
cualquiera que los cumpla y los enseñe, éste será llamado grande en
el reino de los cielos”.
Mateo 5:19
. Cualquiera que intencionalmente
quebrante un mandamiento no podrá en espíritu y en verdad guardar
ninguno de ellos. Podrá sostener que con excepción de lo que él
considera ser ligeras desviaciones, los guarda todos; sin embargo, si
voluntariamente ofende en un punto, es culpable de todos.
Hermano y hermana P, a la vez que habéis estado profesando el
cristianismo, habéis retenido parte del precio. Le habéis robado a
Dios en pensamiento y devoción; le habéis robado vuestros talentos
e influencia. Vuestras inclinaciones os han servido de tropiezo. No
habéis seguido la luz que Dios por su gracia os ha dado mediante
testimonios; y habéis hecho cosas que, a no ser que os arrepintáis
y experimentéis una reforma, os excluirán del cielo. Si hubieseis
atendido las amonestaciones que os envió el Espíritu Santo, ahora
estaríais firmes en el Señor y muy avanzados en vuestra experiencia
cristiana y hubieseis tenido un registro enteramente distinto en los
libros del cielo.
“El que me rechaza, y no recibe mis palabras” -dijo Jesús-,
“tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará
en el último día”.
Juan 12:48
. Cuánta vergüenza y confusión no
cubrirá en ese día los rostros de aquellos que recibieron semejante
luz y privilegios, para quienes el sacrificio infinito de Cristo puso a
su alcance la salvación y que, no obstante, no aprovecharon estos
preciosos dones. Por medio de su Palabra, Dios constantemente nos
señala el camino correcto, el camino elevado y glorioso de los justos.
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Los que transitan por este camino no andan en tinieblas, porque está
iluminado por el Sol de Justicia; pero vosotros lo habéis rechazado,
porque estaba demasiado apartado del mundo. El amor propio y la
ambición egoísta no pueden pasar por la puerta estrecha ni caminar
por el sendero estrecho ascendente.
Se descubrirá en el día del ajuste final que Dios conocía a cada
uno por nombre. Cada acción de la vida tiene un testigo invisible.
“Yo conozco tus obras”, dice Aquel que está “en medio de los siete