Página 445 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

Basic HTML Version

La crisis venidera
441
de Dios, son una reprensión constante para los que han desechado
el temor de Jehová y están pisoteando su sábado; de alguna manera
hay que deshacerse del molesto intruso.
La misma mente magistral que maquinó contra los fieles en si-
glos pasados sigue procurando librar la tierra de aquellos que temen
a Dios y obedecen su ley. Satanás excitará indignación contra la
humilde minoría que concienzudamente se niega a aceptar las cos-
tumbres y tradiciones populares. Hombres de posición y reputación
se unirán con los inicuos y los viles para maquinar contra el pueblo
de Dios. La riqueza, el genio y la educación se combinarán para
cubrirlos de escarnio. Los perseguidores gobernantes, ministros de la
religión y miembros de las iglesias conspirarán contra ellos. De viva
voz y por la pluma, con jactanciosas amenazas y ridículo, procurarán
destruir su fe. Por calumnias y airados llamamientos, despertarán
las pasiones del pueblo. No teniendo un “Así dicen las Escrituras”,
para presentarlo contra los defensores del sábado bíblico, recurrirán
a promulgaciones opresivas para suplir la falta. Para obtener popu-
laridad y apoyo, los legisladores cederán a la demanda de una ley
dominical. Los que temen a Dios no pueden aceptar una institución
que viola los preceptos del Decálogo. Sobre este campo de batalla
se produce el último gran conflicto de la controversia entre la verdad
y el error. Y no se nos deja en duda en cuanto al resultado. Ahora,
como en los días de Mardoqueo, el Señor vindicará su verdad y su
pueblo.
Por el decreto que imponga la institución del papado en viola-
ción a la ley de Dios, nuestra nación se separará completamente de
la justicia. Cuando el protestantismo extienda la mano a través del
abismo para asir la mano del poder romano, cuando se incline por
encima del abismo para darse la mano con el espiritismo, cuando,
bajo la influencia de esta triple unión, nuestro país repudie todo prin-
cipio de su constitución como gobierno protestante y republicano, y
haga provisión para la propagación de las mentiras y seducciones
papales, entonces sabremos que ha llegado el tiempo en que se verá
[427]
la asombrosa obra de Satanás, y que el fin está cerca.
Como el acercamiento de los ejércitos romanos fue para los
discípulos una señal de la inminente destrucción de Jerusalén, esta
apostasía podrá ser para nosotros una señal de que se llegó al límite
de la tolerancia de Dios, de que nuestra nación colmó la medida de