Página 446 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
su iniquidad, y de que el ángel de la misericordia está por emprender
el vuelo para nunca volver. Los hijos de Dios se verán entonces
sumidos en aquellas escenas de aflicción y angustia de Jacob. As-
cienden al cielo los clamores de los fieles y perseguidos. Y como la
sangre de Abel clamó desde el suelo, hay voces que claman a Dios
desde la tumba de los mártires, desde los sepulcros del mar, desde las
cuevas de las montañas, desde las bóvedas de los conventos: “¿Hasta
cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre
de los que moran en la tierra?”
Apocalipsis 6:10
.
El Señor está haciendo su obra. Todo el cielo está conmovido.
El Juez de toda la tierra ha de levantarse pronto para vindicar su
autoridad insultada. La señal de la liberación será puesta sobre
los que guardan los mandamientos de Dios, reverencian su ley y
rechazan la marca de la bestia y su imagen.
Dios ha revelado lo que ha de acontecer en los postreros días, a
fin de que su pueblo esté preparado para resistir la tempestad de opo-
sición e ira. Aquellos a quienes se les han anunciado los sucesos que
les esperan, no han de permanecer sentados en tranquila expectación
de la tormenta venidera, consolándose con el pensamiento de que el
Señor protegerá a sus fieles en el día de la tribulación. Hemos de ser
como hombres que aguardan a su Señor, no en ociosa expectativa,
sino trabajando fervientemente, con fe inquebrantable. No es ahora
el momento de permitir que nuestras mentes se enfrasquen en cosas
de menor importancia. Mientras los hombres están durmiendo, Sata-
nás arregla activamente los asuntos de tal manera que el pueblo de
Dios no obtenga misericordia ni justicia. El movimiento dominical
se está abriendo paso en las tinieblas. Los dirigentes están ocultando
el fin verdadero, y muchos de los que se unen al movimiento no ven
hacia dónde tiende la corriente que se hace sentir por debajo. Los
fines que profesan son benignos y aparentemente cristianos; pero
cuando hablen, se revelará el espíritu del dragón.
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Es nuestro deber hacer todo lo que está en nuestro poder para
evitar el peligro que nos amenaza. Debemos esforzarnos por desar-
mar el prejuicio y colocarnos en la debida luz delante de la gente.
Debemos presentarles realmente lo que está en cuestión, e interponer
así la protesta más eficaz contra las medidas destinadas a restringir
la libertad de conciencia. Debemos escudriñar las Escrituras para
poder dar razón de nuestra fe. Dice el profeta: “Los impíos obrarán