Página 448 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
la atención de los príncipes gobernantes fue atraída a su caso. Tuvo
oportunidad de hablar en su defensa, de demostrar quién es el ver-
dadero Dios y presentar la razón por la cual él solo debe recibir la
adoración y nosotros debemos rendirle alabanza y homenaje. Y al
ser liberado Daniel del foso de los leones, se tuvo otra evidencia de
que el Ser a quien adoraba era el Dios verdadero y vivo.
Así también el encarcelamiento de Pablo llevó el Evangelio ante
reyes, príncipes y gobernantes que de otra manera no habrían tenido
esa luz. Los esfuerzos hechos para retardar el progreso de la verdad
servirán para impulsarlo y ensancharlo. Desde cualquier punto que
se considere la verdad, su excelencia se destacará con claridad cada
vez más intensa. El error requiere disfraz y ocultamiento. Se viste
de manto angelical y toda manifestación de su verdadero carácter
disminuye sus probabilidades de éxito.
Las personas a quienes Dios ha hecho depositarias de su ley no
han de permitir que se oculte su luz. La verdad debe ser proclama-
da en los lugares oscuros de la tierra. Hay que hacer frente a los
obstáculos y superarlos. Debe hacerse una gran obra, y esta obra ha
sido confiada a los que conocen la verdad. Deben interceder pode-
rosamente con Dios para obtener ayuda ahora. El amor de Cristo
debe difundirse en su propio corazón. El Espíritu de Cristo debe
ser derramado sobre ellos, y deben prepararse para subsistir en el
juicio. Mientras se estén consagrando ellos mismos a Dios, un poder
convincente acompañará sus esfuerzos para presentar la verdad a
otros, y su luz hallará acceso a muchos corazones.
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Ya no debemos dormir en el terreno encantado de Satanás, sino
poner a requisición todos nuestros recursos y valernos de toda opor-
tunidad que nos ha provisto la Providencia. La última amonestación
ha de ser proclamada “a muchos pueblos y gentes y lenguas y reyes”
(
Apocalipsis 10:11
), y se nos hace la promesa: “He aquí, yo estoy
con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”
Mateo 28:20
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