Página 474 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
engaños se manifestarán de todas las maneras concebibles. Aquellos
que se han permitido ser juguetes de las tentaciones de Satanás
no estarán preparados entonces para ponerse del lado del bien. Su
pensamiento estará de tal manera confundido que no podrán discernir
entre lo divino y lo satánico.
Vendrá una crisis sobre cada una de nuestras instituciones. Obra-
rán influencias contra ellas, tanto de creyentes como de no creyentes.
No debe haber ahora traición de confianza o de cometido sagrado
para beneficiar y exaltar el yo. Debemos cuidar nuestra vida con
celoso cuidado, constantemente, para no dejar impresiones negativas
en el mundo. Decidlo, vividlo: “Soy cristiano. No puedo dejarme
llevar por las máximas del mundo. Debo amar a Dios sobre todas
las cosas y al prójimo como a mí mismo. No puedo hacer ni tolerar
ningún arreglo que vaya a estorbar en lo más mínimo mi utilidad, o
que debilite mi influencia o destruya mi confianza en ninguno de los
instrumentos de Dios”.
Recordad que el pueblo de Dios no es más que una manada
pequeña en comparación con el mundo profesamente cristiano y las
miríadas de hombres y mujeres que le rinden culto al mundo. Los que
integran el pueblo de Dios han de ser cristianos bíblicos, ejemplos
de justicia y rectitud en todas las cosas para nuestros jóvenes. Toda
influencia que rodee a nuestros jóvenes debe ser de carácter santo, y
dicha influencia debe comenzar en el seno de nuestra propia familia.
Lo santo y lo profano no deben entremezclarse.
Protejamos los intereses de nuestros hermanos
Por sus votos bautismales, cada miembro de la iglesia se ha com-
prometido solemnemente a proteger los intereses de sus hermanos.
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Todos estarán tentados a aferrarse a sus propios planes e ideas, que
les parecen buenos; pero deben velar y orar, y esforzarse hasta el
límite de su capacidad por edificar el reino de Jesús en el mundo.
Dios requiere de cada creyente que, hasta donde pueda, evite a sus
hermanos y hermanas toda influencia que tenga la menor tendencia
a dividirnos o a desviar sus intereses de la obra para este tiempo
presente. No sólo debe tener consideración por sus propios intereses
espirituales, sino que debe manifestar preocupación por las almas
de aquellos con quienes se relacione; y debe ejercer, por Cristo, un