Página 487 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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La conducta en la casa de Dios
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de los adoradores en la casa de Dios es un importante motivo de
que el ministerio no produzca mayor bien. La melodía del canto,
exhalada de muchos corazones en forma clara y distinta, es uno de
los instrumentos de Dios en la obra de salvar almas. Todo el servicio
debe ser dirigido con solemnidad y reverencia, como si fuese en la
visible presencia del Maestro de las asambleas.
[466]
Cuando se habla la Palabra, debéis recordar, hermanos, que estáis
escuchando la voz de Dios por medio del siervo que es su delegado.
Escuchad atentamente. No durmáis por un instante, porque el sueño
podría haceros perder las palabras que más necesitáis; las palabras
que, si las escucharais, salvarían vuestros pies de desviarse por sen-
das equivocadas. Satanás y sus ángeles están atareados creando una
condición de parálisis de los sentidos, para que las recomendaciones,
amonestaciones y reproches no sean oídos; y para que, si llegan
a oírse, no produzcan efecto en el corazón ni reformen la vida. A
veces un niñito puede atraer de tal manera la atención de los oyentes
que la preciosa semilla no caiga en buen terreno ni lleve fruto.
Algunas veces los jóvenes tienen tan poca reverencia por la casa
y el culto de Dios, que sostienen continua comunicación unos con
otros durante el sermón. Si pudiesen ver a los ángeles de Dios que
los miran y toman nota de sus acciones, se llenarían de vergüenza
y se aborrecerían a sí mismos. Dios quiere oyentes atentos. Era
mientras los hombres dormían cuando Satanás sembró la cizaña.
Cuando se pronuncia la oración de despedida, todos deben per-
manecer quietos, como si temiesen perder la paz de Cristo. Salgan
todos sin desorden ni conversación, sintiendo que están en la pre-
sencia de Dios, que su ojo descansa sobre ellos y que deben obrar
como si estuviesen en su presencia visible. Nadie se detenga en los
pasillos para conversar o charlar, cerrando así el paso a los demás.
Las dependencias de las iglesias deben ser investidas con sagrada
reverencia. No debe hacerse de ellas un lugar donde encontrarse con
antiguos amigos, y conversar e introducir pensamientos comunes
y negocios mundanales. Estas cosas deben ser dejadas fuera de la
iglesia. Dios y los ángeles han sido deshonrados por la risa ruidosa
y negligente, y el ruido que se oyen en algunos lugares.
Padres, elevad la norma del cristianismo en la mente de vuestros
hijos; ayudadles a entretejer a Jesús en su experiencia; enseñadles
a tener la más alta reverencia por la casa de Dios y a comprender