Página 493 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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La conducta en la casa de Dios
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A menos que se inculquen en los miembros ideas correctas de la
adoración y reverencia verdaderas, habrá una creciente tendencia
a poner lo sagrado y eterno al mismo nivel que las cosas comunes,
y los que profesan creer la verdad ofenderán a Dios y deshonrarán
la religión. Nunca podrán, con sus ideas incultas, apreciar un cielo
puro y santo ni estar preparados para alternar con los adoradores de
los atrios celestiales, donde todo es pureza y perfección, donde todos
los seres manifiestan perfecta reverencia hacia Dios y su santidad.
Pablo describe la obra de los embajadores de Dios como una obra
mediante la cual cada hombre será presentado perfecto en Cristo
Jesús. Los que abrazan la verdad de origen celestial, deben ser
refinados, ennoblecidos, santificados por ella. Se requerirán muchos
esfuerzos esmerados para alcanzar la norma de Dios en cuanto al
verdadero carácter del hombre y la mujer. Las piedras irregulares
sacadas de la cantera deben ser talladas, y sus lados toscos deben ser
pulidos.
Esta es una época famosa por el trabajo superficial y los métodos
fáciles, y se jacta de una santidad ajena a la norma de carácter
que Dios ha erigido. Todos los atajos, todas las enseñanzas que
no ensalzan la ley de Dios como norma del carácter religioso, son
espurias. La perfección del carácter es una obra que dura toda la vida.
Es inalcanzable para aquellos que no están dispuestos a luchar por
ella de la manera que Dios ha designado, a pasos lentos y trabajosos.
No podemos permitirnos cometer algún error al respecto, sino que
necesitamos crecer día tras día en Cristo, nuestra Cabeza viviente.
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