Página 494 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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La religión y la educación científica
Estimados hermano y hermana B,
Se me ha presentado vuestro caso y se me ha señalado que estáis
en peligro espiritualmente. Estábais abandonando el sendero del bien
y encaminando vuestros pies sobre un camino más ancho. La herma-
na B decía muchas cosas, jotas y tildes, un poquito aquí y un poquito
allá, que eran como semilla esparcida, y la cosecha de seguro vendrá.
Estaba alentando la incredulidad y diciéndole a su marido que el
camino que habían estado transitando era demasiado estrecho y bajo.
Ella pensaba que los talentos de su esposo eran de alta calidad, y que
deberían ser aplicados con mayor amplitud e influencia. El hermano
B pensaba de igual manera; es más, él fue el que la indujo a pensar
así. Ambos habíais mantenido en alto la bandera sobre la cual se
habían inscrito las palabras, “Los mandamiento de Dios y la fe de
Jesús”, pero al encontraros en el camino con personas que en vuestra
opinión eran populares, se vino abajo la bandera, y la escondísteis
detrás de vuestras espaldas, diciendo: “Si damos a entender que
somos adventistas del séptimo día, entonces nuestra influencia se
extinguirá, y nos pondremos en gran desventaja”. Vi el estandarte
de la verdad detrás de vosotros. Entonces surgió la pregunta: “¿Por
qué molestarse en llevarlo? Podemos creer lo que percibimos como
verdad, pero no es necesario dejar que los educadores y estudiantes
sepan que portamos un estandarte impopular”. Había algunos en
vuestra compañía que no estaban conformes o satisfechos con estas
sugerencias, pero que por debilidad se dejaron llevar por vuestra
influencia en lugar de dejar que su luz brillase enarbolando su propia
bandera. Escondieron sus banderas y marcharon adelante, con temor
de dejar brillar ante todos la luz que les había sido dada del cielo.
Vi a uno que se os acercaba con paso firme y rostro triste. Dijo:
“Que ninguno tome tu corona”. ¿Acaso habéis olvidado la humilla-
ción que soportó el Hijo de Dios al venir a nuestro mundo, cómo
sufrió maltratos, críticas, insultos, odio, burlas y traición, y cómo
resistió el juicio vergonzoso en el tribunal después de haber soporta-
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