Página 503 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Peligros que encaran los jóvenes
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con Satanás y lo venció para ponemos en una situación ventajosa,
proveyéndonos fuerza divina para vencer el apetito y toda pasión
impía.
Le ruego que vea este asunto tal como es realmente. Cuando
usted se una con aquellos que desprecian a Dios para beber cerveza,
vino o bebidas más fuertes, imagine que Jesús está frente a usted pa-
deciendo de hambre intensa para poder deshacer el poder de Satanás
y hacer posible que el hombre venza mediante él. Cuando esté usted
levantando en alto el vaso de cerveza espumante en compañía de los
infieles que rechazan la verdad y rehusan la salvación, recuerde que
Jesús está allí, el mismo Jesús que usted dice que es su salvador, en
quien está centrada su esperanza de vida eterna. ¡Oh, cómo puede,
cómo puede usted ser tan débil en su percepción moral que no ve
la influencia que ejerce todo esto sobre usted y sobre los demás!
¡No cumple su cometido más solemne, y luego se queja de que lo
persiguen!
Cuando aquellos que se sienten precisados a hacer algo para
romper el poder que Satanás ejercita sobre nuestra juventud, le dicen
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con tristeza que si usted no cambia sus hábitos, no lo podrán retener
dentro de la obra de Dios como traductor, ¿cómo es posible que usted
mantenga una actitud desafiante ante ellos, sin dar ni una muestra
de arrepentimiento por su proceder? ¿Qué pensará de su actitud ese
Salvador que dio su vida por usted? Y aún así, usted cree que se
lo está persiguiendo. “Porque todos nosotros debemos comparecer
ante el tribunal de Cristo, para que cada uno recoja según lo que
haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”.
2 Corintios 5:10
. Cuando comparezca usted ante este grandioso e
impresionante tribunal, cuyas decisiones serán inpecables y donde no
habrá ninguna mala interpretación, ninguna equivocación, entonces
usted guardará silencio. No tendrá ni una palabra que decir para
justificar su proceder. Quedará culpable, condenado y sin esperanza,
a menos que ahora abandone sus pecados, se esmere en arrepentirse
y se cubra con el vestido de la justicia de Cristo.
¿Qué otra decisión pudo haberse tomado en su caso que la que
se tomó? Siento la más tierna compasión y amor por su alma, pero
nunca pronunciaron en su favor palabras de falsa simpatía que lo
sostengan en su rebelión y desafío contra quienes Dios ha colocado
en puestos responsables dentro de su obra. Lo aprecio demasiado