Página 506 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
Usted estará en peligro constante hasta que comprenda la fuerza
real de la voluntad. Podrá creer y prometer todas las cosas, pero sus
promesas o su fe no tendrán valor hasta que ponga su voluntad del
lado de la fe y la acción. Si pelea la batalla de la fe con toda su fuerza,
vencerá. No puede confiar en sus sentimientos, sus impresiones, y
sus emociones, porque no se puede depender de ellos, especialmente
porque sus ideas son pervertidas; y el conocimiento de sus promesas
quebrantadas y sus votos olvidados debilita su confianza en sí mismo
y la confianza de otros en usted.
Pero no tiene que desesperar. Debe estar determinado a creer,
aunque nada le parezca verdadero o real. No es necesario que le diga
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que ha sido usted mismo el que se ha colocado en esta posición nada
envidiable. Debe recobrar su confianza en Dios y en sus hermanos.
Queda de su parte ceder su voluntad a la voluntad de Jesucristo; y
mientras lo haga, Dios tomará posesión inmediatamente de usted
y obrará en su vida el querer y el hacer por su santa voluntad. Su
naturaleza entera será puesta bajo el dominio del Espíritu de Cristo, y
hasta sus pensamientos estarán sujetos a él. Usted no puede controlar
sus impulsos, sus emociones, como quisiera; pero puede ejercer
dominio sobre la voluntad, y puede lograr cambiar enteramente su
vida. Al entregar su voluntad a Cristo, su vida estará escondida
juntamente con Cristo en Dios y vinculada al poder que está sobre
todos los principados y potestades. Recibirá fuerza de Dios que lo
mantendrá firme en su poder; y una nueva luz, la luz misma de una
fe viviente, estará a su alcance. Pero su voluntad debe cooperar con
la voluntad de Dios, no con la voluntad de compañeros a través de
los cuales Satanás obra constantemente para engañarlo y destruirlo.
¿Por qué no se coloca sin demora en una relación correcta con
Dios? ¿Por qué no dice: “Entregaré mi voluntad a Jesús ahora mis-
mo”, y desde este momento se pone completamente del lado del
Señor? Pase por alto las costumbres y el fuerte clamor del apetito
y la pasión. No dé lugar a que Satanás diga: “Eres un hipócrita
miserable”. Cierre la puerta para que Satanás no lo acuse y descora-
zone de esa manera. Diga: “Creeré, creo de veras, que Dios es mi
ayudador”, y verá que, Dios mediante, se convertirá en triunfador.
Si mantiene su voluntad con perseverancia del lado del Señor, todas
sus emociones serán puestas en conformidad con la voluntad de
Jesús. Entonces encontrará que sus pies están plantados sobre la