La mundanalidad
Estimado hermano F,
Ya es tiempo de que examinemos nuestros corazones para ver
si estamos o no en la fe y en el amor de Dios. Si no hay un des-
pertar entre nosotros, que hemos recibido tan grande luz y tantos
privilegios, nos hundiremos en la ruina, y nuestro destino será peor
que el de Corazín y Betsaida; “Porque”, como Cristo dijo acerca de
esas ciudades, “si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros
que han sido hechos en vosotras, ya hace tiempo que se hubieran
arrepentido en saco y en ceniza”.
Mateo 11:21
.
Ya es tiempo de que usted esté profundamente preocupado por
su alma y las almas de sus hijos. Su llamado en Cristo lo requiere.
Mi alma está sobrecargada de dolor, mi corazón está enfermo y
triste, cuando considero su condición; porque yo sé que a menos
que usted se transforme, su anclaje se moverá de un lado a otro
constantemente. Oh, “buscad al Señor mientras puede ser hallado,
llamadle en tanto que está cercano”.
Isaías 55:6
. Le ruego que humi-
lle su corazón ante Dios y que nunca, pero nunca deje de esforzarse
hasta que sea un hombre diferente. Siento un profundo interés en su
condición espiritual y quiero verlo luchar fervientemente en favor
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de su propia salvación y la de sus queridos hijos, quienes me consta
son manejados de una manera muy parecida a la que usaba Elí para
gobernar a los suyos. Que sus hijos vean que usted no es una persona
que actúa impulsivamente, sino que es un hombre que no vacila en
sus principios. Ellos imitarán el ejemplo que usted les dé. Hasta que
yo no vea un cambio para el bien en usted, no dejaré de implorarle y
exhortarlo.
Estamos acercándonos al fin del tiempo. Deseamos no solamente
enseñar la verdad presente en el púlpito, sino vivirla fuera de él. Exa-
mine cuidadosamente el fundamento de su esperanza de salvación.
Mientras ocupe usted el puesto de heraldo de la verdad, de centinela
sobre las murallas de Sión, no puede permitir que su interés esté
entretejido con negocios de minas o bienes raíces y al mismo tiempo
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