Página 527 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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La piedad práctica
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Dios le ha confiado aumentaría grandemente estos talentos. Donde
mucho ha sido dado, mucho será pedido. Los que aceptan fielmente
y aprecian la luz que Dios nos ha dado, y toman una alta y noble
decisión, con abnegación y sacrificio, serán conductos de luz para
el mundo. Los que no avancen, retrocederán, aun en los mismos
umbrales de la Canaán celestial. Me ha sido revelado que nuestra fe
y nuestras obras no corresponden en ninguna manera a la luz de la
verdad concedida. No debemos tener una fe tibia, sino la fe perfecta
que obra por amor y purifica el alma. Dios os invita a los que estáis
en California a entrar en comunión íntima con él.
En un punto habrá que precaverse, y es en el de la independencia
individual. Como entre soldados del ejército de Cristo, debe haber
acción concertada en los diversos departamentos de la obra. Nadie
tiene derecho a emprender la marcha por su propia responsabilidad
y presentar en nuestros periódicos ideas acerca de ciertas doctrinas
bíblicas, cuando se sabe que otros entre nosotros tienen opiniones
diferentes al respecto y que eso creará controversia. Los adventis-
tas del primer día hicieron esto. Cada uno siguió su propio juicio
independiente y trató de presentar ideas originales, hasta que no hay
acción concertada entre ellos, excepto, tal vez, en cuanto a oponerse
a los adventistas del séptimo día. No debemos seguir su ejemplo.
Cada obrero debe obrar teniendo en cuenta a los demás. Los que si-
guen a Cristo no obrarán independientemente unos de otros. Nuestra
fuerza debe fundarse en Dios, y estar unida para manifestarse en una
acción noble y concentrada No debe desperdiciarse en movimientos
sin sentido.
La unión hace la fuerza. Debe haber unión entre nuestras ca-
sas editoras y nuestras otras instituciones. Si existiese esta unidad,
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serían una fuerza. No debe existir contención ni divergencia entre
los obreros. La obra es una, presidida por un Caudillo. Los esfuer-
zos ocasionales y espasmódicos han hecho daño. Por enérgicos
que hayan sido, son de poco valor; porque vendrá seguramente la
reacción. Debemos cultivar una perseverancia constante, tratando
continuamente de conocer y hacer la voluntad de Dios.
Debemos saber lo que debemos hacer para ser salvos. Hermanos
y hermanas, no debemos flotar a la deriva con la corriente popular.
Nuestra obra actual consiste en salir del mundo y separarnos de él.
Esta es la única manera en que podemos andar con Dios, como an-