Página 528 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

Basic HTML Version

524
Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
duvo Enoc. Las influencias divinas estaban obrando constantemente
con sus esfuerzos humanos. Como él, somos llamados a tener una fe
fuerte, viva y activa, y ésta es la única manera en que podemos ser
colaboradores con Dios. Debemos cumplir las condiciones trazadas
en la Palabra de Dios, o morir en nuestros pecados. Debemos saber
qué cambios morales son esenciales hacer en nuestro carácter, por
la gracia de Cristo, a fin de ser aptos para las mansiones celestiales.
Os digo, en el temor de Dios, que estamos en peligro de vivir como
los judíos: destituidos del amor de Dios e ignorantes de su poder,
mientras que la resplandeciente luz de la verdad brilla en derredor
nuestro.
Miles de millares pueden profesar obedecer la ley y el Evangelio,
y sin embargo vivir en transgresión. Los hombres pueden presentar
de una manera clara lo que la verdad requiere de otros, y sin embargo
ser carnales en su propio corazón. Pueden amar y practicar el pecado
en secreto. La verdad de Dios puede no ser verdad para ellos, porque
su corazón no ha sido santificado por ella. Es posible que el amor
del Salvador no ejerza poder constreñidor sobre sus pasiones bajas.
Sabemos por la historia pasada que los hombres pueden ocupar
puestos sagrados, y sin embargo manejar con engaño la verdad de
Dios. No pueden alzar manos santas a Dios, “sin ira ni contienda”.
1
Timoteo 2:8
. Esto es porque Dios no domina su mente. La verdad no
fue nunca estampada sobre su corazón. “Con el corazón se cree para
justicia”. “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón y de toda tu
alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento”
Romanos
10:10
;
Lucas 10:27
. ¿Estáis haciendo esto? Muchos no lo hacen ni
[506]
lo han hecho nunca. Su conversión ha sido tan sólo superficial.
“Si habéis pues resucitado con Cristo” -dice el apóstol-, “buscad
las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”.
Colo-
senses 3:1, 2
. El corazón es la ciudadela del hombre. De él mana
la vida o la muerte. Mientras su corazón no esté purificado, una
persona queda descalificada para tener parte alguna en la comunión
de los santos. ¿No sabe el que escudriña el corazón quiénes están
permaneciendo en pecado, sin consideración por sus almas? ¿No
hubo acaso un testigo que vio las cosas más secretas de la vida de
cada uno? Fui obligada a oír las palabras de adulación, palabras
que querían engañar e infatuar. Satanás emplea todos estos medios